20 de junio de 1995
A: Alianza Cívica Nacional, Coordinación Nacional, México.
Hermanos:
Por este medio les escribo para acusar recibo de sus cartas del 8 y 9 de junio de 1995 (signadas por Martha Pérez B., secretaria ejecutiva de Alianza Cívica Nacional).
Debido a un acuerdo interno del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN, se me ha ordenado encargarme de la interlocución con la sociedad civil nacional e internacional, con organizaciones sociales y políticas, y con los organismos no gubernamentales. Por esta razón es que los compañeros delegados al Diálogo de San Andrés Sacamch’en de los Pobres no respondieron de inmediato a sus misivas. A ellos se les ha comisionado para el diálogo inicial con el supremo gobierno, y a mí para el diálogo con organizaciones ciudadanas. Valga lo anterior como disculpa por no haber atendido, con la urgencia debida, a sus palabras. Ahora, con un poco de retraso (producto de las distancias y el clima propios de la selva), les escribo ésta con el fin de tocar todos los puntos que ustedes señalan y algunos más que pueden haber quedado sin definir en nuestro comunicado del 7 ele junio de 1995 donde llamamos a una gran consulta nacional.
Me referiré, primero, a su comunicado de prensa del 8 de junio de 1995, donde manifiestan su disposición a compartir metodología y experiencia para esta consulta que proponemos. Señalan ustedes que es necesario precisar la invitación y dan dos argumentos claros:
a] La organización y conducción de la consulta debe ser desde instancias imparciales que den garantía de credibilidad.
b] Las preguntas deben ser claras en sí y entre sí (es decir, que no exista confusión entre una y otra pregunta).
Señalan, también, que deben consultar a las Alianzas Estatales para tomar una resolución definitiva sobre su posible participación.
Para responder a esto y a lo que señalan con justeza en su misiva del 9 de junio de 1995, voy a tratar de explicar qué es lo que pensamos y esperamos nosotros de esta consulta.
Primero que nada, se trata de obrar en consecuencia con las palabras. El zapatismo ha insistido en el concepto de «mandar obedeciendo» como uno de los puntales de una nueva cultura democrática. Nosotros somos una organización armada y clandestina, es cierto. Una organización que le declaró la guerra al gobierno federal, también es cierto. Pero somos una organización que está en diálogo con el gobierno, es decir, que estamos buscando que las palabras, y no las armas, sean las que resuelvan nuestras justas demandas. Somos una organización amparada en el decreto de ley del 6 de marzo de 1995 y por lo mismo, y mientras dure el proceso de diálogo y negociación y nuevas condiciones sean pactadas, somos una organización legal y reconocida por las autoridades gubernamentales. Somos, pues, una organización que está dispuesta a buscar, y a seguir, otros caminos de cambio democrático que no sean la guerra.
Como ustedes sabrán, desde el 12 de enero de 1994 no hemos realizado ninguna acción violenta en contra del gobierno. Los delegados del gobierno federal al diálogo de San Andrés Sacamch’en de los Pobres nos acusan de que sólo estamos ganando tiempo, que no tenemos «voluntad de diálogo». Pero, ¿ganando tiempo para qué? Desde el primero de enero de 1994 el país ha sufrido no pocas crisis (por ejemplo las de los magnicidios y la económica) y se han creado ocasiones propicias para la «desestabilización». Sin embargo, nuestro EZLN no ha realizado ni una sola acción en esas coyunturas para sacar provecho de ellas. Oportunidades o «tiempo» para aprovecharlas no nos han faltado. Lo que sí nos ha faltado son propuestas serias de solución de las causas fundamentales de nuestro alzamiento. Y nosotros lo que buscamos es una solución justa y digna, no un cheque o una calle pavimentada.
Nuestra lucha es política. Esto lo hemos ido aprendiendo todos, incluso nosotros. Por eso es que no buscamos con esta consulta un aval a la guerra, así como no lo buscamos en agosto de 1994 cuando se formó la Convención Nacional Democrática. Creo que nuestra breve e intensa vida pública, desde el inicio de 1994, ha demostrado que estamos dispuestos a buscar, incluso a riesgo de nuestra propia vida, la solución política y no la militar. Para nosotros «solución política» es sinónimo de «paz con justicia y dignidad». No esperamos del gobierno esta solución política. Para ellos «solución política» equivale a rendir, a derrotar, a humillar, por eso la actitud prepotente y soberbia de los delegados gubernamentales. No les interesa resolver el conflicto sino ganarlo. Nosotros sí estamos interesados en resolverlo, y sabemos que las soluciones no vendrán de la parte gubernamental o de nuestras filas. Vendrán, pensamos, del mismo lugar de donde vinieron: el cese del fuego de enero de 1994, el diálogo de San Cristóbal, la Convención Nacional Democrática, la ayuda humanitaria, el apoyo en la búsqueda de la paz digna, el clamor para detener la traición de febrero de 1995, los campamentos de paz, los observadores nacionales e internacionales, el diálogo de San Andrés. El origen de todos estos acontecimientos, tan grandes y en tan poco tiempo, es lo que muchos desprecian, miran con escepticismo o desilusión: la sociedad civil que lucha por la democracia.
A diferencia de no pocos analistas y políticos, además de algunos intelectuales y artistas, nosotros seguimos viendo con esperanza y con interés a este movimiento civil sin rostro definido y sin proyecto político claro, pero con una capacidad de indignación y de respuestas imaginativas que supera a los grandes personajes de la política.
No hemos recibido, de este movimiento civil, aplausos o ayudas para seguir la guerra. Hemos recibido, de ellos y de nadie más, una oportunidad. Una oportunidad que siempre les fue negada a miles de hombres y mujeres por el hecho de ser indígenas, por no hablar igual, por tener otra cultura, por no ser «productivos», por no tener un lugar siquiera en las estadísticas de muerte y miseria. Tan poco valía la vida en estas tierras, que la muerte se depreció más aún y fue más barato morir… que vivir.
Hemos recibido una oportunidad, la oportunidad de hablar y ser escuchados. Ahora aprendimos que esa oportunidad es un derecho, y estamos dispuestos a ejercerlo y a todo para no perderlo de nuevo. Aprendimos a hablar y esto venimos a decir:
Somos mexicanos y tenemos una propuesta nacional. Proponemos luchar y alcanzar la democracia, la libertad y la justicia para todos los hombres y mujeres de este país.
Venimos a decir, también, que somos seres humanos y tenemos una propuesta mundial. Proponemos un nuevo orden internacional basado y regido por la democracia, la libertad y la justicia.
Pero la sorpresa no es que un movimiento mayoritariamente indígena reivindique su carácter nacional e internacional. Además de indígena, el EZLN es mayoritariamente analfabeto y pobre. Pero esto no invalida su propuesta nacional e internacional. Ya es de todos conocido lo que ha hecho la cultura tecnocrática, de posgrado en el extranjero, con este país: le ha traído miseria, crímenes, ingobernabilidad, incertidumbre y unas ganas inmensas, en el vientre y el pecho, de que todo cambie. Lo que sorprende es que nuestra voz haya encontrado otros oídos diferentes a los nuestros y que no buscan cómo retroceder y desvirtuar nuestra palabra. Hemos encontrado oídos que nos escuchan y hacen suya nuestra palabra. Ésta es la sorpresa para todos, nosotros incluidos.
Aprendimos, con esta guerra, a hablar y a que se nos escuche. Pero no aprendimos a escuchar. Eso ya lo sabíamos. Aprender a oír es, cuando menos para los indígenas del Sureste mexicano, aprender a vivir. Ahora queremos hacer uso de esos derechos y ese deber, de los derechos a hablar y a ser escuchados, del deber de oír lo que viene en la palabra de los otros. Dicen que eso es un «diálogo»: hablar y escuchar… para encontrar lo que nos hace diferentes, pero también, y esto es lo más difícil, lo que nos hace iguales.
Enseñó el viejo Antonio que las preguntas sirven para caminar, para moverse. Con el ejemplo del lk’al y el Votán, el viejo Antonio mostraba que preguntando y respondiendo se camina y se llega… a otra pregunta y a otra respuesta. Ahora nosotros estamos siguiendo ese camino, estamos preguntando… y esperamos respuestas.
Por eso nosotros decimos que la mejor muestra de nuestra voluntad de lograr una solución política, es decir una paz digna, es nuestra convocatoria a esta Consulta Nacional. No estamos haciendo un llamado a la guerra. Estamos preguntando… para caminar. Participar en esta consulta es colaborar en la solución política de la guerra, es participar en la paz justa y digna que, creo, merecemos.
Cabe que ustedes se pregunten el porqué de la invitación a Alianza Cívica Nacional y en qué carácter pedimos que participen en la consulta.
Bien, ustedes tienen los medios técnicos, los conocimientos y la metodología (que han probado ya) para que nuestras preguntas lleguen a todo el país y para que sean respondidas por muchos, por miles, por decenas de miles, por centenas de miles, por millones si hay viento a favor. Pero no son los medios técnicos, los conocimientos y la metodología que poseen los que nos animan a dirigirnos a ustedes para que nos ayuden a preguntar y al pueblo de México a responder. Esos medios también están en otras manos que les dan otros usos… Lo que nos ha llevado a dirigirnos a ustedes es… su historia. Hemos «leído» en ella su ética. Ya sé que «ética» tiene muchos significados y es, la mayoría de las veces, un artículo en desuso en el «nuevo mundo» que nos imponen. Pero para nosotros significa «honestidad», algo no muy frecuente en estos días y en estas tierras. Hay, además, otros elementos que en este trabajo son más importantes que las computadoras: imparcialidad y credibilidad. «Legitimidad», digo yo, pero es una palabra que el sistema político mexicano ha vuelto ilegítima. Queremos conocer la realidad sobre estas preguntas. No queremos que nos presenten una realidad a nuestro gusto y conveniencia. Sabemos que de ustedes vendrán resultados reales, aunque no nos agraden.
Y ya que estamos en preguntas, ¿qué consulta queremos? O, más amplio aún, ¿qué esperamos de esta consulta? Las respuestas no serán tan breves como el «sí» o el «no», pero trataré de que sean concretas.
Primero. La consulta que queremos debe ser imparcial, es decir, no queremos que la gente responda lo que queremos que responda, no queremos que el resultado sea el que mejor nos acomode. Queremos que la gente responda lo que piensa y queremos conocer el resultado real de esa consulta. Queremos una consulta nacional, una consulta que incluya a todas las clases sociales y a todo el territorio nacional. Queremos preguntarle, a la mayor cantidad de gente posible, y saber lo que piensan y esperan.
Segundo. Queremos que tenga credibilidad. Ésta no viene del resultado o de la cantidad consultada. Viene de la seriedad y profesionalismo en su organización, dirección, método e imparcialidad.
Tercero. No queremos una encuesta. No porque pensemos que no tienen valor, sino porque no se trata de un estudio de mercado para «ofrecer» un nuevo «producto» político, sino, como ya expliqué antes, de un diálogo.
Cuarto. Las preguntas son definitivas en lo que quieren saber, pero no en su formulación. Pueden ampliarse, reducirse, redactarse en otra forma, pero nosotros necesitamos conocer las respuestas a esas preguntas. Pensamos que no sólo a nosotros, sino a todas las fuerzas democráticas les haría bien conocer las respuestas a estas preguntas.
La primera de estas preguntas se refiere a la necesidad de un nuevo pacto social con base en los trece puntos: vivienda, tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, independencia, cultura, información, democracia, libertad, justicia y paz. Si estas trece demandas son las principales de la mayoría del pueblo mexicano, entonces el rumbo económico del país debe redefinirse y tener como objetivo fundamental la satisfacción de estas necesidades.
La segunda pregunta se refiere a la necesidad de la unidad de las fuerzas opositoras en un programa de lucha común. Ya hemos escrito nuestro pensamiento sobre esto, pero ¿qué piensa el pueblo de México?
La tercera es sobre la necesidad de una de las condiciones necesarias y justas para la lucha política pacífica. La falta de condiciones para la lucha política obliga a ciudadanos a la lucha clandestina e ilegal, o al escepticismo y la apatía. La lucha electoral no agota la lucha política. La reforma electoral no significa reforma política. Esta última significa la destrucción del sistema de partido de Estado, una revolución y no una reforma. Pero un sistema electoral equitativo y libre es necesario para el tránsito a la democracia.
Las preguntas cuatro y cinco son excluyentes una de la otra. Responder «no» a las dos significa que se responde «no» a la pregunta de si el EZLN debe hacerse fuerza política. Si es que la respuesta es sí, entonces cabe preguntarse si debe hacerlo solo, es decir, como una fuerza política nueva e independiente; o debe unirse a otras fuerzas que hay en México y, juntos, formar una nueva fuerza política. No estamos preguntando si nos incorporamos a una de las fuerzas políticas existentes. Por un lado, para esto habría que tomar, por supuesto, el parecer de la organización a la que pretendiéramos incorporarnos. Por el otro lado, nosotros seguimos este camino precisamente porque no nos sentimos representados por ninguna de las existentes.
Tal vez estas preguntas cuatro y cinco son en las que más dudas hay. Trataremos de irlas aclarando por varios medios. Por ahora sólo aclaro que no estamos preguntando si nos desarmamos o no. Nosotros hemos sido claros en que el desarme no está a discusión. Tampoco estamos preguntando si nos hacemos partido político; la forma «partido» es una más de las que pueden definir a una fuerza política. Hasta ahora el EZLN sólo ha llamado a organizarse y a luchar por la democracia, la libertad y la justicia. Pero, en su carácter clandestino y armado, el EZLN no ha organizado. No somos una fuerza política. Somos una fuerza moral o un animador de nuevas formas organizativas, pero nuestra fuerza no es organizada políticamente. Nuestra opinión es escuchada por muchos y, tal vez, seguida. Pero no se traduce en organización. Tal vez nuestro papel sólo fue señalar carencias y abrir un espacio de discusión y participación nuevo. Tal vez hasta ahí llegó nuestro papel histórico.
O tal vez llegó el momento de que la palabra zapatista no sólo conmueva o cree conciencia, tal vez llegó el momento en que la palabra «organizar» sea también zapatista. Eso estamos preguntando.
Puede haber más preguntas sobre otros temas, esta forma de diálogo nacional no es excluyente.
Quinto. Se trata, también, de una propuesta para participar. De una consulta que no se limite a responder «sí» o «no» a una o varias preguntas, sino que involucre a amplios sectores ciudadanos en su organización y en su realización.
Sexto. Se trata de un llamado a la unidad en dos sentidos: para organizar y para luchar.
Séptimo. Se trata de un precedente: una organización consulta a la ciudadanía su proceder y sus acciones futuras.
Octavo. Se trata de tener un criterio, lo más amplio posible, para tomar una decisión que puede ser definitiva para nosotros. Si la posición gubernamental en el diálogo mejora y se llega a un acuerdo, justo y digno, de paz, el problema para el EZLN continúa: ¿qué debe hacer?, ¿seguir luchando por otros medios?, ¿desaparecer?
Noveno. No es una acción propagandística. Sí es un referéndum sobre nuestras demandas (los trece puntos), sobre nuestro llamado a la unidad de la oposición (frente amplio opositor), sobre nuestra demanda política principal (reforma política profunda). Sí una pregunta crucial: ¿qué debemos hacer?, ¿cómo debemos hacerlo?, ¿debemos hacernos fuerza política?, ¿solos o con otros?
Décimo. Las fechas son flexibles, pero debe tomarse en cuenta que nosotros necesitamos conocer esas respuestas para normar nuestro proceder en el diálogo con el gobierno.
Bueno, éstas son algunas respuestas… que nos llevan a nuevas preguntas. Pero ahora quisiera explicarles…
Propuesta de organización de la Consulta Nacional
Primero. Estarían separadas la instancia de promoción de la consulta y la de organización de la consulta. Esto es así porque necesitamos que la consulta sea conducida con imparcialidad, autonomía, objetividad y credibilidad. Los hermanos de Alianza Cívica han ganado el respeto en México y en el extranjero por su seriedad, profesionalismo y neutralidad. Su compromiso con una paz nueva y por el tránsito a la democracia está fuera de duda. Tienen experiencia e infraestructura. En fin, tienen la técnica, la metodología y la autoridad moral para darle credibilidad a una consulta nacional. Por eso les estamos pidiendo que sea Alianza Cívica Nacional la que se constituya en Comisión Nacional Organizadora de la Consulta.
Esto significa que Alianza Cívica se encargaría, con plena autonomía e independencia, de la organización de la consulta. El organigrama y forma de trabajo en los estados y municipios de la República serán los que determine Alianza Cívica Nacional según su criterio.
Segundo. Sin embargo, el EZLN concibe esta consulta no como un simple intercambio de preguntas y respuestas. Nosotros pensamos la consulta como parte de un gran diálogo nacional que busca nuevas formas de realizarse y llegar a resultados concretos. La consulta es parte del proceso de iniciativas de encuentro, diálogo y acuerdo entre diferentes fuerzas y ciudadanos. Es parte del esfuerzo de la Convención Nacional Democrática, del Diálogo de la Sociedad Civil, del movimiento ciudadano, de todas las iniciativas de la sociedad civil que lucha por la democracia, la libertad y la justicia. El EZLN reconoce a la Convención Nacional Democrática como un esfuerzo organizativo de lucha civil y pacífica por la democracia, la libertad y la justicia. El ánimo que hizo posible el traslado de miles de mexicanos de todos los estados de la República a Chiapas y la formación, en agosto de 1995, de la CND, tiene aquí una nueva oportunidad de mostrar que tenemos la madurez para organizarnos.
Por eso estamos pidiendo que sea la Convención Nacional Democrática la que se constituya en Comisión Nacional Promotora de la Consulta. Esto significa que la CND se encargaría, de acuerdo con su estructura y formas de trabajo, de la promoción de la consulta, de la difusión, propaganda y explicación del alcance y carácter de la consulta.
Esta Comisión Nacional Promotora de la Consulta estaría formada por representantes de las Convenciones Estatales y la del Distrito Federal, y de las Convenciones Sectoriales (mujeres, estudiantes, trabajadores, indígenas y campesinos, trabajadores de la cultura).
Tendría un Comité Directivo formado por diez miembros del Consejo Nacional de Representantes de la CND propuestos por el EZLN, y representantes del EZLN.
La forma organizativa de la CND para este trabajo de la consulta sería la siguiente:
a] La Comisión Nacional Promotora de la Consulta se integraría por dos representantes de cada una de las Convenciones Estatales y del Distrito Federal, y dos de cada una de las Convenciones Sectoriales.
b] El Comité Directivo se integraría por diez miembros de la CND propuestos por el EZLN y representando a las diferentes corrientes de la CND. Cinco miembros de esos diez formarán parte del Consejo General de la Consulta Nacional.
c] El EZLN hará la convocatoria correspondiente y establecerá el protocolo de instalación, seguimiento y evaluación de dicha Comisión Nacional.
d] En cada estado de la República y el Distrito Federal se constituirá una Comisión Estatal Promotora, conformada de acuerdo con la Comisión Nacional Promotora.
e] Las Convenciones Estatales y del Distrito Federal harán la convocatoria correspondiente y establecerán el protocolo de instalación, seguimiento y evaluación de las Comisiones Estatales.
f] En cada municipio del país se constituirá una Comisión Promotora en forma similar a las Comisiones Estatales. Las Comisiones Estatales y del Distrito Federal considerarán esta actividad como parte de su responsabilidad.
g] Las Convenciones Sectoriales operarán también territorialmente donde tengan representación, con el objeto de ampliar consultas y representación.
h] En todo momento se buscará mantener una estrecha coordinación entre todos los niveles y un flujo de información constante y oportuna.
Tercero. Es necesario recordar que ésta es una consulta del EZLN, no es la consulta de la CND o de Alianza o de un partido político o una empresa. Por eso pedirnos que el EZLN participe en la planeación y organización de la consulta.
Cuarto. Se trata, entonces, de establecer la relación entre estas tres partes: la que pide la consulta (el EZLN), la que la promueve y difunde (la CND) y la que la organiza (Alianza Cívica). Por eso estamos proponiendo a la Convención Nacional Democrática y a Alianza Cívica Nacional que se forme un Consejo General de la Consulta Nacional encargado de enlazar a la Comisión Nacional Organizadora, la Comisión Nacional Promotora y el EZLN. Este Consejo General de la Consulta Nacional estaría formado por cinco representantes de la CND propuestos por el EZLN, cinco de Alianza Cívica Nacional y uno del EZLN, y su trabajo sería dar seguimiento a los trabajos de la consulta y dirimir las diferencias que pudieran presentarse.
Quinto. Todo lo referente a la Consulta Internacional será resuelto, en organización y promoción, por una Comisión Internacional de Enlace formada por diez convencionistas propuestos por el EZLN. Es decir, que la organización de la Consulta Internacional corresponde a la CND.
Cronograma de actividades:
Nosotros proponemos el siguiente calendario. Repito que no es definitivo y puede ajustarse:
a] Junio. Convocatoria, reuniones preparatorias, instalación de la Comisión Nacional Organizadora y las Comisiones Organizadoras Estatales.
b] Julio. Difusión y organización de la Consulta Nacional. Realización de la Consulta Internacional.
c] Agosto. Realización de la consulta, resultados y evaluación.
Creo que eso es todo por ahora. Estoy seguro que, siguiendo al viejo Antonio, esto traerá más preguntas. Espero que ésas podamos responderlas juntos.
Por último, unas palabras que prevén su rechazo a esta invitación. No ignoramos que ustedes, como nosotros, tienen sus mecanismos para tomar decisiones. Tampoco pasa desapercibido para nosotros que su participación, si así la deciden, les puede acarrear acusaciones injustas y calumnias. Cualquiera que sea su respuesta la aceptaremos y la respetaremos. Yo sólo he tratado de explicarles por qué sí vale la pena participar. Estoy seguro que habrá razones, y que no son pocas ni menos contundentes, para no participar. Como quiera, valga la presente como un saludo y un pequeño reconocimiento a su trabajo… y a su historia.
Vale. Salud y que las cuentas que valen, o sea las que hacen amanecer, salgan cabales.
Desde las montañas del Sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
P.D. Copia de esta carta le estoy mandando a la Convención Nacional Democrática junto a nuestra propuesta de convencionistas que formarían parte del Consejo General y del Comité Directivo Promotor.
P.D. Durito manda preguntar si los escarabajos están incluidos en la consulta. Por lo pronto anuncia un solemne recital de piano a cuatro manos para promoverla. El menú incluye a Bola de Nieve y el estreno mundial de la obra La bailarina y el escarabajo cuyo autor es, ¿alguien lo duda?, ¡Durito! Yo le recordé lo del cerco militar y él aduce que eso es bueno porque se evitará la reventa.
No hay comentarios todavía.
RSS para comentarios de este artículo.