Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
10 de mayo de 1995.
Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:
A la prensa nacional e internacional:
Hermanos:
Por este medio les queremos informar de la consulta realizada entre los miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) sobre la propuesta gubernamental hecha a los delegados zapatistas el día 23 de abril de 1995, en San Andrés Sacamach’en de los Pobres, Chiapas.
La propuesta gubernamental era la siguiente:
«El EZLN reunirá a sus integrantes en el nivel denominado insurgencia, en tres sitios determinados por las partes.
En correspondencia, el gobierno federal garantizará la seguridad física de esos contingentes y les proporcionará los servicios de alojamiento, alimentación, salud e higiene que sean requeridos.
Asimismo, reducirá sustancialmente su presencia en las áreas respectivas.
Por lo tanto, informamos:
Primero. Que se consultó al Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN en pleno, a los comités clandestinos de las distintas etnias, a los comités regionales, a los comités locales y a las bases de apoyo y fuerza combatiente del EZLN.
Segundo. Que las dificultades propias de un terreno militarizado por las fuerzas de ocupación del supremo gobierno provocaron que la consulta se llevara con mucha lentitud, y que la premura del tiempo impidió que se profundizara en el punto consultado.
Tercero. Que por unanimidad fue rechazada esta propuesta del gobierno, con las siguientes consideraciones:
a) Nosotros pedimos que el Ejército federal regrese a sus posiciones del 8 de febrero de 1995. A cambio, nosotros ofrecimos que nos quedaríamos en nuestras posiciones de montaña y que no tomaríamos control del territorio que deja el Ejército federal, o sea que no pondríamos retenes.
Además ofrecimos nuestro compromiso de no realizar ningún movimiento militar mientras continúe el diálogo.
El gobierno nos propone que nos subordinemos a él y nos desmovilicemos. El hecho de hacernos esa proposición sólo refleja que la intención del gobierno, y del equipo que lo representa, es burlarse de nosotros.
El gobierno ni siquiera se ha tomado la molestia de escuchar qué es lo que piden los alzados en armas; ni siquiera ha hecho un ofrecimiento serio de solución a sus problemas; ni siquiera ha movido sus tropas (como no sea para aumentarlas); ni siquiera ha intentado poner en orden a las guardias blancas que pululan en Chiapas; ni siquiera ha entendido la naturaleza del movimiento zapatista.
En fin, el gobierno ni siquiera ha empezado a ver el problema que enfrenta y ya pide que se acuerde el término de la guerra.
Porque eso significa su propuesta: «se acabó la guerra, ya no vas a pelear».
El gobierno pide que los zapatistas aceptemos que la guerra terminó, que estamos amenazados por los soldados, que el gobierno ni siquiera ha escuchado nuestras demandas, que todo sigue igual en todas partes, y que la guerra que empezamos para cambiar todo eso ya terminó, sin que cambie nada.
El gobierno se burla de nosotros, una vez más, como desde hace siglos.
b) ¿Nos negamos a que la guerra termine? No nos negamos.
Por eso nosotros pusimos el punto de «cese de hostilidades» al final de la agenda, para que, viendo que los problemas se atendían con hechos y no con discursos, en un marco de dignidad y respeto, se acordara el fin del conflicto.
No se puede iniciar un diálogo dando por terminada la guerra que lo motivó y sin atender las causas que la provocaron.
La guerra termina cuando el diálogo termina, cuando se resuelven las causas que la motivaron, cuando cambian las cosas, no cuando siguen igual.
c) El gobierno desprecia nuestra propuesta, se burla de ella.
Nosotros le estamos ofreciendo, en términos militares, volver a nuestras posiciones de diciembre de 1993; le ofrecemos renunciar al control de un territorio que el gobierno y los militares saben que es nuestro (por eso tienen tanto material de guerra aquí, porque necesitan ocupar militarmente el territorio para controlarlo); le ofrecemos no poner retenes ni impedir el tránsito; le ofrecemos no poner guarniciones en los poblados ni en las carreteras.
En resumen, le ofrecemos, en términos militares, quedar como si no hubiera habido guerra.
A cambio no le pedimos que el gobierno retire al Ejército hasta sus posiciones de diciembre de 1993.
Les concedemos que mantengan el cerco o que lo refuercen si gustan y tienen dinero, pero que dejen libre el espacio de movimiento y estancia de los pobladores para poderlos consultar.
d) El gobierno argumenta la necesidad de la presencia del Ejército federal con la mentira del «retorno de los desplazados» .
El problema de los desplazados asalariados del gobierno, todos lo saben, forma parte del plan de contrainsurgencia militar. Nosotros nos comprometemos a controlar a nuestra gente para que no tome medidas de represalia ni hostigamiento.
Estamos dispuestos a que una delegación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de Organizaciones No Gubernamentales de Derechos Humanos supervisen permanentemente la zona. El gobierno sabe que el problema no son los desplazados porque ni siquiera los ha convencido a todos de que regresen y sabe también que, antes de la torpeza del 9 de febrero, ya estaban retornando sin problema.
Las amenazas recientes del gobierno, de movilizar a desplazados para contrarrestar las muestras de simpatía al zapatismo, demuestran el fondo verdadero del operativo «desplazados».
e) Nosotros no estamos pidiendo la humillación del Ejército federal y del gobierno. Nosotros estamos pidiendo y ofreciendo medidas de distensión recíprocas y proporcionales que eviten un choque armado y que permitan una consulta rápida de los acuerdos de paz. Nosotros ofrecemos mantener nuestra fuerza armada en sus posiciones de montaña, volver a nuestras posiciones de diciembre de 1993.
A cambio pedimos que el Ejército federal se ubique en sus posiciones del 8 de febrero de 1995. Nosotros estamos ofreciendo más en términos proporcionales, porqué sabemos que somos más fuertes que el gobierno y por eso nos toca ceder más. Pero en la dignidad no vamos a ceder nada, porque por defenderla del desprecio gubernamental nos levantamos en armas.
f) A cambio de esta disposición zapatista a la distensión y a la salida política, el supremo gobierno nos ofrece el acorralamiento de «reservaciones» para los indígenas alzados en armas y por libertad. Los llamados «puntos de concentración» son propuestos con el fin de provocar la justa indignación de los zapatistas y forzar el rompimiento del diálogo. Una pobre provocación, torpe y mal enunciada, esto es lo que es la propuesta de «distensión gubernamental».
Cuarto. Que las bases zapatistas dieron orden a los delegados del EZLN al encuentro con el gobierno, de insistir en la propuesta del CCRI‑CG del EZLN de medidas de distensión recíprocas y proporcionales, con el fin de alejar el peligro de choques armados y provocaciones, así como de permitir una consulta más rápida y profunda de los acuerdos a los que se llegue en este diálogo y negociación con el gobierno.
Quinto. Que el CCRI‑CG del EZLN, por tanto, rechaza la propuesta gubernamental de distensión por considerar que no es su momento, carece de seriedad y es una afrenta a la dignidad indígena, origen histórico de nuestra patria.
El EZLN ratifica su propuesta y exhorta al gobierno federal a comprometerse a medidas que faciliten el diálogo, la negociación, la consulta y la toma de acuerdos que lleven al fin de la guerra y a la paz con justicia y dignidad que anhelan todos los mexicanos.
Sexto. Que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional reitera su disposición al diálogo y que seguirá adelante en su compromiso público de buscar la solución política a nuestras justas demandas.
¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Comité Clandestino Revolucionario Indígena‑Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
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