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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Ene161995

Envío de comunicados. 

Al semanario nacional Proceso:

Al periódico nacional El Financiero:

Al periódico nacional La Jornada:

Al periódico local de SCLC Tiempo:

Señores:

Van comunicados que indican cambio de rumbo en los vientos. Nos vuelven a amenazar con el desempleo. Esperemos que ahora sí sea en serio. Me cuentan que el señor Robledo Rincón se mantiene cercado junto a su grupo armado, autodenominado «policía de seguridad pública del estado», en algún lugar del palacio de gobierno. Aunque el conflicto de los que se inconformaron contra la voluntad popular chiapaneca se circunscribe a cuatro colonias de la antigua capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, se les podría ofrecer una salida digna: que expliquen de dónde sacaron el dinero para rearmar a las guardias blancas que asesinan indígenas en el campo chiapaneco. Tal vez es el dinero de los «acuerdos de paz» de San Cristóbal que nunca llegó a los pobres de este estado del Sureste mexicano (porque todavía nos llamamos «México» ¿o no?).

Vale. Salud y un pedacito de esperanza para adivinar el mañana.

Desde las montañas del Sureste mexicano.

Subcomandante insurgente Marcos.

México, enero de 1995.

PD: Que recuerda una madrugada anterior y un frío interior. Estuve, una noche de tanques, aviones y helicópteros, en la Biblioteca de Aguascalientes. Solo, rodeado de libros y de una lluvia fría que obligaba al uso de pasamontañas, no ya para ocultar el rostro de las miradas, sino para esconderlo del frío. Me senté en una de las pocas sillas que no están rotas y recorrí, con la mirada, el lánguido abandono del lugar.

Vacía esa madrugada, como otras, de personas, la Biblioteca empezaba la complicada ceremonia de su desenmascaramiento. Los pesados estantes iniciaron un movimiento que imaginé una danza desordenada. Los libros intercambiaron lugares y páginas y, en el trasiego, uno de ellos cayó-calló, expuesto e indemne en una página única. No lo levanté, esquivando estantes danzarines me acerqué lo suficiente para leer…

«La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo corolario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrina para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios…

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es casi una milagrosa excepción.

La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.

Leticia Alvarez de Toledo ha observado que la vasta Biblioteca es inútil; en rigor, bastaría un sólo volumen, de formato común, impreso en cuerpo nueve o en cuerpo diez, que constara de un número infinito de hojas infinitamente delgadas (…) El manejo de ese vademecum sedoso no sería cómodo; cada hoja aparente se desdoblaría en otras análogas; la inconcebible hoja central no tendría revés«.

Jorge Luis Borges. La Biblioteca de Babel. 1941. Mar del Plata.

«Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza», repito mientras me escabullo.

Biblioteca afuera. Aguascalientes está desierto. Estoy tentado a decir «abandonado», cuando una zorra cruza corriendo hacia la cocina. Camino hacia la explanada de cemento y me siento junto a la palmita de «la esperanza de que las flores que en otra tierra mueren, en ésta vivan». La Biblioteca sigue su metamorfosis. Ruidos, crujidos y algo que imagino lamentos se escapan por puertas y ventanas. ¿Dije puertas? Miento. La Biblioteca no tiene puertas. Tiene dos agujeros que son imposibles de definir. Hay quien sostiene que son para entrar, otros dicen que son para salir, algunos más argumentan que por ellos respira la Biblioteca, los menos sospechan que son para engullir personas, animales y esperanzas…

La Biblioteca de Aguascalientes es el final y el comienzo del caracol y no tiene entrada ni salida definidas. Quiero decir que, en el gigantesco caracol que describió Tacho para explicar la disposición arquitectónica de Aguascalientes, la Biblioteca está en el inicio y el fin. La casa de seguridad, «que guarda los más grandes secretos de la organización», está en el otro final y principio del remolino. Recorro con la vista la gigantesca espiral en que se alinean las construcciones e imagino que sólo desde un satélite especial se podrá apreciar la figura del caracol «que desde la selva llama».

Sigue la vista recorriendo desde la casa de seguridad hasta la Biblioteca, que ahora despide una fosforescencia azulada y un sonido ronco y continuado. La Biblioteca, contra lo que se pueda pensar, y de día, se habita por niños y niñas. No es a causa de los libros que acuden. Dicen entre ellos, según me contó la Eva, que hay escondidas vejigas de muchos colores. Al parecer nadie las encuentra, porque terminan, los niños, haciendo dibujos de colores. Ultimamente abundan los helicópteros y los aviones, no en el cielo de Aguascalientes, quiero decir que no sólo ahí, también en los dibujos planos de niños y niñas. Para mi gusto, se reiteran en demasía los morados, rojos y verdes en los dibujos. El amarillo parece limitarse al sol que en estos días se apaga con el gris del cielo. Por la noche, en cambio, la Biblioteca alberga y concita transgresores de la ley y profesionales de la violencia (como el que esto escribe), los cuales sólo pasean la vista por los estantes llenos de libros buscando algo que falta y que, dicen, estuvo ahí antes… La Biblioteca fue lo único, de todo Aguascalientes, que consideró suyo la Convención Nacional Democrática y tiene, a veces, libros. En ella invirtieron, los caravaneros, esfuerzos para darle luz, estantes, libros, mesas, sillas y una vieja computadora que tiene la virtud de que nadie la usa. El resto de Aguascalientes ha permanecido abandonado desde aquel 9 de agosto de 1994. Cada tanto, el Mister, el Bruce y el Saqueo se esfuerzan en remendar la lona para las cada vez más espaciadas fiestas.

Ahora la Biblioteca queda en silencio, la fosforescencia se concentró en un solo punto, en el centro del local, y se tornó verde esmeralda. Con cuidado me acerqué a una de las ventanas. La verde luz cegaba y pasó un buen rato para que me acostumbrara a verla. En ella vi que…

De pronto, el azulado velamen del Aguascalientes crujió con un viento a favor. Volteé hacia el puesto de mando y permanecía vacío. El mar agitó sus olas contra la quilla y el crujir de las cadenas del ancla sonó por encima del viento. Abordé por estribor y tomé el timón para librar el laberinto del caracol. ¿Salía o entraba?

La esmeralda de la Biblioteca se apagó…

PD: Que repite lo que, desde las tierras de Zaputll, le contaron:

«Crueldad en Uaymil‑Chetumal…

Diez años después que Alonso Dávila fue arrojado fuera de Villa Real de Chetumal el adelantado Francisco de Montejo volvió a considerar la conquista de la provincia de Uaymil Chetumal (1543-1545). Comisionó a Gaspar Pacheco, a su hijo Melchor y a 3O soldados para esta acción. Iniciaron así la guerra desoladora de Uaymil Chetumal. «Los mayas», dice un informe de la época, «tanto hombres como mujeres, fueron muertos numerosos con garrotes, o eran lanzados a las lagunas con pesas atadas para que se ahogaran. Perros salvajes utilizados en la guerra desgarraban en pedazos a muchos indios indefensos, pues los españoles consideraban a los indios como animales y los rastreaban y aporreaban como viles animales. Se dice que los Pacheco les cortaban las manos, las orejas y las narices a muchos indios».

Como veréis, el mal gobierno empezó hace bastantes años y sus métodos andan un poco anquilosados… «

Yo, por lo pronto, miro con preocupación la «nariz pronunciada», hoy roja y fría, por aquello de «les cortaban las narices…»

Saludos a la pipa del Popocatépetl, y recordad, siempre, que…

«In Popocatepetl aic ixpolihuiz, in mexicayotl aic ixpolihuiz, Zapata nemi iyihtic tepetl, iyihtic macehuiltin».

Vale de nuevo.

El supmarino ya en altamar.

 

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