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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Jul212003

Chiapas: la treceava estela. Cuarta parte: un plan.

CHIAPAS: LA TRECEAVA ESTELA.

Cuarta parte: Un plan.

Desde hace varios años, las comunidades indígenas zapatistas están empeñadas en un proceso de construcción de la autonomía. Para nosotros la autonomía no es fragmentación del país o separatismo, sino el ejercicio del derecho a gobernar y gobernarnos, según establece el artículo 39 de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos.

Desde los inicios de nuestro alzamiento, y aún mucho antes, los indígenas zapatistas hemos insistido en que somos mexicanos… pero también somos indígenas. Esto quiere decir que reclamamos un lugar en la Nación Mexicana, pero sin dejar de ser lo que somos.

El supuesto proyecto zapatista de una ‘Nación Maya’ sólo existe en los papeles de algunos de los militares más estúpidos del Ejército Federal Mexicano que, sabiendo que la guerra que realizan contra nosotros es ilegítima, usan este pobre argumento para convencer a sus tropas de que, atacándonos, defienden a México. Sin embargo, el alto mando militar y sus servicios de inteligencia saben que el EZLN no aspira a separarse de México sino que, como lo dice su apellido, pretende la ‘liberación nacional’.

El proyecto separatista para el Sureste mexicano sí existe, en cambio, en la aplicación de la doctrina neoliberal en nuestras tierras y es comandado por el gobierno federal. El ahora malogrado «Plan Puebla Panamá» no era más que el plan de fragmentar el país, asignándole al sureste mexicano la función de «coto de caza» para el dinero mundial.

En el proyecto de fragmentación que se opera desde el gobierno (ésta es la verdadera agenda de los partidos políticos y los tres poderes de la Unión, no la que sale en la prensa), México se dividiría en 3: El norte, con sus estados incorporados a la lógica productiva y comercial de la Unión Americana; el centro, como proveedor de consumidores con mediano y alto poder adquisitivo; y el sur-sureste, como territorio a conquistar para la apropiación de recursos naturales que, en la destrucción globalizada, son cada vez más importantes: agua, aire y tierra (madera, petróleo, uranio… y personas).

Siendo esquemáticos y lacónicos, tendríamos que el plan es hacer: del norte, una gran maquila; del centro, un gigantesco «mall»; y del sur-sureste, una gran finca.

Pero una cosa son los planes en el papel y otra la realidad. La voracidad del gran dinero, la corrupción de la clase política, la ineficiencia de la administración pública, y la creciente resistencia de grupos, colectivos y comunidades, han impedido que el plan se pueda aplicar cabalmente, y que donde logre instalarse presente la solidez de una escenografía de cartón prendida con alfileres.

Ahora que, para el Poder, parecen estar de moda los «suicidios», podríamos decir que no hay concepto mejor para definir el plan de políticos y empresarios para nuestro país: es un suicidio.

La globalización del Dinero necesita de la destrucción del Estado Nacional. Éste, durante mucho tiempo, ha sido (entre otras cosas) la trinchera en la que los capitales locales se refugian para subsistir y crecer. Pero de la trinchera ya sólo quedan algunos escombros.

En el campo, los pequeños y medianos productores han ido sucumbiendo frente a las grandes agroindustrias. Pronto les seguirán los grandes productores nacionales. En la ciudad, los «malls», es decir, los centros comerciales, no sólo anulan al pequeño y mediano comercio, también se «tragan» a los grandes comercios nacionales. Y ni hablar de la industria nacional, que se encuentra ya en sus últimos estertores.

Frente a esto, la estrategia del dinero nacional ha sido ingenua, por no decir estúpida. Ha repartido monedas a uno y otro lado del espectro de los partidos políticos, asegurando así (cuando menos eso creen) que no importa qué color gobierne, porque siempre lo hará al servicio del color del dinero. Así los grandes empresarios mexicanos financian lo mismo al PRI, al PAN, al PRD, o a cualquier partido político que tenga alguna posibilidad en el tinglado gubernamental y parlamentario.

En sus reuniones (como en los tiempos de la mafia en Norteamérica, las bodas suelen ser un pretexto para que los grandes señores sellen acuerdos y desvanezcan conflictos), los señores mexicanos del dinero se felicitan mutuamente: tienen en nómina a toda la clase política nacional.

Pero lamento darles una mala noticia: como lo demostró el ahora acallado escándalo de los «Amigos de Fox», el dinero fuerte viene de otro lado. Si el que paga manda, el que paga más, manda más. Así que esos políticos impulsarán leyes a la medida del cheque que reciben. Tarde o temprano, los grandes capitales foráneos irán apropiándose de todo, empezando por quebrar y absorber a quienes más tienen. Y todo esto con la protección de leyes «ad hoc». Los políticos son ya, y desde hace tiempo, dóciles empleados… de quien paga más. Mal hacen los empresarios nacionales al pensar que el dinero extranjero se conformará con la industria eléctrica y el petróleo. El nuevo poder en el mundo quiere todo. Así que del dinero nacional sólo quedará la nostalgia y, si tienen suerte, algún puesto menor en las mesas directivas.

El agónico capital nacional en su ceguera histórica ve con terror cualquier forma de organización social. Las casas de los mexicanos ricos se protegen con complicados sistemas de seguridad. Temen que venga de abajo la mano que les arrebate lo que tienen. Al hacer uso de su derecho a la esquizofrenia, los mexicanos ricos no sólo delatan el origen real de su bonanza, también revelan su cortedad de miras. Serán despojados sí, pero no por la improbable furia popular, sino por una codicia más grande que la suya: la de quienes sí son ricos donde la riqueza es. No es asaltando las grandes mansiones y de madrugada que entrará la desgracia, sino por la puerta principal y en horas de oficina. El ladrón no tiene el físico del desposeído, sino la del próspero banquero.

Quien despojará de todo a los Slim, los Zambrano, Los Romo, los Salinas Pliego, los Azcárraga, los Salinas de Gortari, y los otros apellidos del reducido universo de los ricos mexicanos, no habla tzeltal, tzotzil, chol o tojolabal, ni tiene la piel morena. Es más tampoco habla español. Habla inglés, tiene la piel de color verde dólar, estudió en universidades extranjeras y es un ladrón de costumbres refinadas.

Por eso de nada le servirán los ejércitos y policías. Éstos se preparan y atrincheran para pelear contra fuerzas rebeldes, pero su mayor enemigo, el que aniquilará por completo, profesa la misma ideología: el capitalismo salvaje.

Por su parte, la clase política tradicional ha empezado ya a ser desplazada. Si el Estado es visto como una empresa, es mejor que lo manejen gerentes y no políticos. Y en la neo empresa «estado-nacional.com» el arte de la política no sirve más.

Los políticos de antaño se han dado ya cuenta y tienden a emboscarse en sus respectivas trincheras regionales o locales. Pero el huracán neoliberal también irá a buscarlos ahí.

Mientras tanto, el capital nacional seguirá en sus opíparas comilonas. Y acaso nunca se dará cuenta de que uno de sus comensales será su sepulturero.

Por eso, en vano esperan quienes suspiran porque la defensa del Estado Nacional venga de los empresarios nacionales, de los políticos o de «las instituciones de la República». Unos, otros y otras se hayan embriagados por el holograma del poder nacional y no se dan cuenta de que pronto serán echados de la mansión que ahora poseen.

Nosotros, los zapatistas, nos hemos referido en algunas ocasiones al llamado «Plan Puebla Panamá» como algo ya extinto. Esto ha sido así por varias razones:

Una es que el mencionado plan ya ha sido minado y el solo intento de su implementación no hará sino agudizar las revueltas sociales.

Otra es que el plan pretende que aceptemos que en el norte y centro del país las cosas ya están decididas y nadie se opone. Esto es falso. Las rutas de la resistencia y la rebeldía cruzan todo el territorio nacional, y afloran también ahí donde la modernidad parece haber triunfado totalmente.

Una más es que, cuando menos en las montañas del sureste mexicano, no se permitirá, por ningún motivo su implementación.

Nosotros no tenemos inconveniente en que Derbez y Taylor sigan embaucando empresarios con el mentado plan, y que diversos funcionarios cobren un sueldo por trabajar en un cadáver. Cumplimos con avisar y que cada quien crea lo que quiera.

El principal plan del gobierno no es el «Plan Puebla Panamá». Ése sólo sirve para entretener a una parte de la burocracia estatal y para que los empresarios nacionales comulguen con la rueda de molino de que, ahora sí, el gobierno hará algo para mejorar la economía.

El principal plan de la pareja presidencial, en cambio, consiste en algo completamente distinto al «PPP»; desmantelar todas las ya débiles defensas de la economía nacional, entregarse totalmente al desorden globalizado y atenuar un poco, con sermones y limosnas, los brutales impactos de una guerra mundial que ya ha desvastado varias naciones.

Si para Carlos Salinas de Gortari el proyecto transexenal fue el «Pronasol» (recuerde usted que hasta se empezaría a formar el «partido solidaridad»), para el foxismo es la «Fundación Vamos México», que dirige Martha Sahagún de Fox. «Pronasol» no era más que la limosna institucionalizada. «Vamos México» tiene, además, un fuerte olor a conventillo rancio.

Los planes del gobierno suelen ser complicados y rimbombantes, pero tanta palabrería lo único que oculta es el alto sueldo de sus funcionarios. Estos planes sirven sólo para tener oficinas, emitir comunicados de prensa, y dar la impresión de que algo se está haciendo por la gente.

Olvidan los que mandan mandando que la virtud de un buen plan es que debe ser simple y sencillo.

Así que, frente al «Plan Puebla Panamá» en particular, y en general contra de todo plan global de fragmentación de la Nación Mexicana, El Ejército Zapatista de Liberación Nacional lanza ahora el… «Plan La Realidad-Tijuana» (RealiTi», por sus siglas).

El Plan consiste en ligar todas las resistencias en nuestro país y, con ellas, reconstruir desde abajo a la nación mexicana. En todos los estados de la federación existen hombres, mujeres, niños y ancianos que no se rinden y que, aunque no son nombrados, luchan por la democracia, la libertad y la justicia. Nuestro plan consiste en hablar con ellos y escucharlos.

El plan «La Realidad-Tijuana» no tiene presupuesto alguno, ni funcionarios, ni oficinas. Cuenta sólo con la gente que, en su lugar, en su tiempo y en su modo, resiste contra el despojo, y recuerda que la patria no es una empresa con sucursales, sino una historia común. Y la historia no es algo que sólo es pasado. Es también, y sobre todo, futuro.

Como el Corrido del Caballo Blanco, pero en Sombra-Luz y saliendo un domingo de La Realidad (y no de Guadalajara), la palabra y el oído zapatista cruzará todo el territorio nacional, desde Cancún y Tapachula, hasta Matamoros y la Paz, llegará a Tijuana a la luz del día, pasará por Rosarito y no se echará hasta ver Ensenada.

Y no sólo. Puesto que nuestra modesta aspiración es contribuir en algo a la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos, también tenemos un plan para los cinco continentes.

Para el norte del continente Americano tenemos el «Plan Morelia-Polo Norte». Que incluye a la Unión Americana y Canadá.

Para Centroamérica, El Caribe y Sudamérica, tenemos el «Plan La Garrucha-Tierra de Fuego».

Para Europa y África, tenemos el «Plan Oventik-Moscú» (caminando hacia el oriente) y pasa por Cancún el próximo septiembre.

Para Asia y Oceanía, tenemos el «Plan Roberto Barrios-Nueva Delhi» (caminando hacia el occidente).

Para los cinco continentes el plan es el mismo: luchar contra el neoliberalismo y por la humanidad.

Y para las galaxias también tenemos un plan, pero todavía no sabemos que nombre ponerle (¿»La Tierra-Alpha Centauro»?). Nuestro plan intergaláctico es tan sencillo como los anteriores y consiste, grosso modo, en que no sea una vergüenza llamarse «ser humano».

Sobra decir que nuestros planes tienen varias ventajas: no son onerosos, no tienen director alguno y se cumplen sin cortes de listones, sin ceremonias aburridas, sin estatuas, y sin que el grupo musical reprima sus ganas de tocar, ahora a ritmo de cumbia y mientras el respetable le da vuelo a la hilacha, ésa que dice «ya se mira el horizonte…»

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.
Julio del 2003.
Chiapas, México, Continente Americano, Planeta Tierra, Sistema Solar, Galaxia…
Galaxia… ¿Cómo se llama nuestra galaxia?

P.D. Hablando de planes perversos, este 25 de julio se cumplen 9 años del atentado que sufrió la comitiva del entonces candidato a gobernador de Chiapas, Amado Avendaño Figueroa. En él perdieron la vida los luchadores sociales Agustín Rubio, Ernesto Fonseca y Rigoberto Mauricio. La justicia sigue pendiente. No sé ustedes, pero nosotros no olvidamos.

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