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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Abr061996

DURITO 9. (El neoliberalismo: la historia como historieta… mal hecha)

Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México, 6 de abril de 1996

Encuentro Continental Americano por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.
La Realidad, América.

Estaba yo viendo que la luna empezaba a desinflarse despacito, como esos globos viejos que se cansan de retener el aire y se van adelgazando como se va adelgazando el ánimo cuando se acercan las despedidas. Estaba yo pensando que, tal vez, era que de tanto caminarse la noche, el filo se le iba desgastando y que las estrellas no eran más que la rebaba que la luna iba soltando en el continuo esmeril de la noche. Estaba yo pensando en esas cosas y, por supuesto, no se me ocurría nada qué decir sobre el neoliberalismo en alguna de las mesas del encuentro continental y bien sabía yo que ya nos habíamos comprometido y como quiera no pensaba en eso, sino que veía yo a la luna, tratando de adivinar qué anunciaba o qué escondía esa deformidad que la achicaba. Estaba yo en un estado que seguramente alguien puede calificar de «irresponsabilidad lunática», cuando me cae en la nariz un objeto negro y brillante. Rebotó y llegó a mis pies, empezó a subir por el pantalón y no fue hasta que llegó a mi rodilla derecha que pude distinguir una figura muy parecida a un escarabajo. Y sí, bien podría tratarse de un escarabajo si no fuera por el «clip» desdoblado que llevaba en la diestra, el taponcito de un frasco que portaba en la derecha, la ramita que ceñía al cinto, y la cáscara de cacaté que llevaba sobre la cabeza. Debo decir que el cuerno único que sobresalía en mitad de la cara bien podría llevar a confundir a este ser con un unicornio, pero no, era claro, como la luna que nos desvelará hoy, que no se trataba de un unicornio. Yo me declaré firmemente desconcertado y, como siempre que me encuentro firmemente desconcertado, me dediqué a estornudar con ese estilo vivaracho y retozón que ha causado el regocijo y la delicia de chicos y grandes… farmacéuticos. Uno de los estornudos alcanzó en pleno a la figura que ya había logrado llegar 3 centímetros arriba de la rodilla. Se fue hasta el suelo y reemprendió el ascenso, pero ahora por la pierna izquierda. Yo me desentendí porque me distraje mirando cómo la luna, desgastada y todo, arrojaba nubes a uno y otro lado. De pronto escuché una voz que me decía:

­ Está visto, por la derecha uno siempre termina por caer. Por la izquierda suele costar trabajo pero uno acaba por llegar­

Yo pensé que era la voz de algunos de los ponentes en este Encuentro Continental, y que el viento había logrado atrapar en un rizo un fragmento de lo que decía y que lo había dejado caer justo encima mío cuando yo me ocupaba de lunas y desgastes siderales. Me hubiera dado por satisfecho con esta muuuuy lógica explicación si no es porque algo me picó en el cuello y pude ver, en mi hombro izquierdo a…

 

DURITO 9. (El neoliberalismo: la historia como historieta… mal hecha)

­ Te estoy hablando a tí, mentecato ­dice Durito mientras reitera sus piquetes de clip contra mi cuello.

­ Y no es un clip, ignorante plebeyo, es una lanza de caballero andante ­dice Durito mientras deja, al fin, su clip, digo, su lanza a un lado y saca su pipa y la enciende. Yo aprovecho el impasse para decirle.

­ Durito, qué bueno que llegaste, fíjate que tengo un gran problema…

­ ¡Momento! ­dice Durito indignado.

­ ¿De cuándo acá los escuderos se permiten el sacrilegio de dirigirse a sus amos y señores, los caballeros andantes, en términos tan irrespetuosos e igualados? ¿Habéis olvidado, bellaco pálido y narizón, lo que te he enseñado de las sagradas leyes de la andante caballería?

Yo me ofendí por lo de bellaco y por lo de pálido. Por lo de narizón no me ofendí porque a la naturaleza no se le guarda rencor. Traté de iniciar una protesta…

­ Pero Durito…

­ ¡Ningún «pero» y ningún «Durito»! ¡Yo soy el grande y sublime Don Durito de la Lacandona, el más alto ejemplar de la caballería andante, el supremo desfacedor de entuertos, el oscuro objeto del deseo de toda fémina que se precie de serlo, el estadio superior al que aspiran elevarse todos los varones honestos, el héroe de los niños, el consuelo de los ancianos, el mejor y el único! ­dice Durito mientras desenvaina su ramita, perdón, su espada «Excalibur», hunde el pecho y saca la panza, perdón, quise decir al revés, aunque la verdad es que en Durito es muy difícil dilucidar cuál es el pecho y cuál la panza. Bueno, el caso es que Durito se ve realmente indignado, así que mejor opto por una actitud conciliadora.

­ ¿Y debo dirigirme a tí, perdón, a USTED con todos esos calificativos?

­ Eso debieras, pero hoy me he levantado magnánimo y generoso, así que puedes llamarme «Don Durito» o «Señor» simplemente.

­ Bueno, Don Durito o Señor simplemente, le decía a vuesa merced que tengo un grave problema que acongoja mi alma y opaca con desasosiego mi clara mirada ­dije yo y acompañé mis palabras con una reverencia, por aquello de la relación entre plebeyos y nobles.

­ Bien, así está mejor ­dice Durito sentado ya en el borde del cuello de la camisa, lo suficientemente cerca como para salir de mi ángulo visual, y para alcanzar a herirme con la lanza si las circunstancias y su humor lo ameritaran.

­ ¿Y cuál es el problema que trae tanta angustia a alma tan simple como la vuestra? ¿Es acaso mal de amores?­

­ No ­respondí con decisión.

­ Bueno, no sólo ­continúe dubitativo.

­ Más bien, quiero decir, o sea que, bueno, en realidad es otra cosa ­terminé, marcando con firmeza mi indecisión.

­ Bueno, desembucha y dejaos de muletillas y «chiclés»­ se impacienta Durito.

­ Pues resulta que tengo que escribir una ponencia para el encuentro continental americano por la humanidad y contra el neoliberalismo. Eso es una cosa, pero el problema es que no se me ocurre un tema para desarrollar. Tengo aquí algunos borradores que he hecho… ­digo yo mientras saco un legajo de papeles.

Durito me los arrebata inmediatamente y los empieza a revisar con impaciencia.

­ Mmmh, mmmh, mmmh ­murmura Durito mientras mordisquea la pipa. Yo ya sé lo que esos «mmmh» significan, así que estornudo para exhortar a Durito a que se apure, Durito se limita a sacar un paragüitas y continúa su lectura. Después de un rato, se queda en silencio y me mira fijamente.

­ ¿Y bien? ­le pregunto impaciente.

­ Más bien debéis preguntar «¿Y mal?» ­dice Durito y continúa­. Vuestra prosa, mi analfabeto escudero, es lamentable. Tu parecido a mi colega Cyrano de Bergerac se limita al desorbitado promontorio que lleváis como apéndice nasal. Aunque es de justicia reconocer que, en cuanto a tamaño, la vuestra supera notablemente a la del de Bergerac.

­ Pues de promontorios mejor ni hablemos, mi ilustre caballero ­digo mientras estornudo con un énfasis que olvídate de la tormenta de hace rato.

­ Bien, está visto que no es ni la hora ni el modo de hablar de espejos, así que continúo… ­dice Durito mientras guarda el paragüitas y se pone un traje de asbesto.

­ Mmh. Esta parte sobre la economía está demasiado política, ésta de la cultura está muy económica, la política está muy culturalizada y la social tiene todo menos sociedad. Así las cosas tenemos que… ¡no sirve!

­ Eso ya lo sé. La cuestión es cómo resolvemos el problema ­le reitero mi impaciencia.

­ No preocuparse. Aquí está el más grande y maravilloso desfacedor de entuertos que en el mundo ha sido. Yo os sacaré con bien de este predicamento, en el que vuestra proverbial impericia os ha metido ­dice Durito mientras arroja mis papeles a la letrina más cercana a su corazón.

Yo le digo, con rencor y pena al ver cómo mis papeles naufragan en el símil del neoliberalismo:

­ ¿Y cómo piensa resolver el dilema, mi señor?­

­ Muuuy fácil. Tengo conmigo un brebaje mágico que me regaló un gran brujo del Amazonas. Tiene propiedades maravillosas y es capaz de hacer milagros ­dice Durito mientras extrae de su caparazón una botellita de jerez.

Yo pregunto:

­ ¿Y si uno toma ese líquido puede entender el neoliberalismo y construir una alternativa inteligente?­

­ ¡Claro que no! Este líquido hace maravillas en el lustre de caparazones de todo tipo. A mí me ha dado un «look» que ha causado furor entre el respetable ­dice Durito mientras se echa el líquido en la espalda y se frota con mi paliacate, bueno, con lo que queda de él.

­ Pero Durito… ¿Qué tiene qué ver el brillo de tu caparazón con el neoliberalismo? ­digo olvidando todo el protocolo de la caballería andante.

­ ¡A callar! ¡Atención todos! ¡Rápido! ¡Pluma y papel! ¡Tomen nota que voy a hablar! ­dice Durito dirigiéndose a un potrero que, a no ser por los 15 millones de garrapatas y cuatro vacas, estaba vacío de escuchas.

Durito se aclara la voz y se coloca unos lentes que no le había visto antes. Una de las balas de la carrillera es su improvisado púlpito y, sin papel alguno, empieza a hablar dirigiéndose a ese espejo que somos todos:

En el neoliberalismo, mi escuálido escudero, la historia se convierte en estorbo por lo que representa de memoria, se promueven los posgrados en olvido y la minuciosa estadística de las trivialidades del poder son objeto de estudio y de grandes y profundas disertaciones. El Poder convierte a la historia en una historieta mal hecha, y sus científicos sociales construyen apologías ridículas con, eso sí, un andamiaje teórico tan complejo, que consiguen disfrazar la estupidez y el servilismo como inteligencia y objetividad. En la historieta del neoliberalismo, los poderosos son los héroes porque son los poderosos, y los villanos son los eliminables, los «expendables», es decir, los negros, los amarillos, los chicanos, los latinos, los indígenas, las mujeres, los jóvenes, los presos, los migrantes, los jodidos, los homosexuales, las lesbianas, los marginados, los ancianos, y, muy especialmente, los rebeldes. En la historieta del Poder, el acontecer que vale es el que puede ser contabilizado en una hoja electrónica que contenga índices respetables de ganancia. Todo lo demás es completamente prescindible, sobre todo si ese todo afecta la ganancia.

En la historieta del Poder todo está previsto y resuelto de antemano: el malo puede ser malo, pero sólo para resaltar el poder del bueno. La balanza ética entre el bien y el mal se transforma en la balanza amoral entre el Poder y el rebelde. En el Poder pesa el dinero, en el rebelde pesa la dignidad. En su historieta, el Poder imagina un mundo no sin contradicciones, sino con todas las contradicciones bajo control, administrables como válvulas de escape que distiendan el rencor social que el Poder provoca. En su historieta, el Poder construye una realidad virtual donde la dignidad es ininteligible y no mensurable. ¿Cómo puede tener valor y peso algo que no se entiende y que no se mude? Ergo, la dignidad será, irremediablemente, derrotada por el dinero. Así que «no problem», puede haber dignidad porque ya el dinero se encargará de comprarla y convertirla en mercancía que circule según las leyes del mercado… del Poder. Pero, resulta que la historieta del Poder es eso, una historieta, una historieta que desprecia LA REALIDAD y, por lo tanto, una historieta mal hecha. La dignidad sigue escapando a las leyes del mercado y empieza a tener peso y valor en el lugar que importa, es decir, en el corazón…

Durito hace una profunda reverencia. Los grillos aplauden largo y nutrido. Bueno, es un decir. Yo aventuro un…

­ Bueno, es denso…­

­¡Silencio! ¡No arruines el arte con tus trivialidades y anexos! ­protesta Durito mientras guarda sus gafas. Después prosigue:

­ Espero que hayas tomado nota de todo y que esta brillante disertación te ayude a salir del apuro­

­ Más bien creo que me he confundido más ­digo tratando de ocultar el hecho de que no escribí ni una letra.

­ No tienes remedio. Tienes tan limitado el razonamiento como ilimitada tienes la nariz. Mejor dejemos ese asunto en paz e infórmame de los últimos acontecimientos­ dice Durito con resignación.

Yo saco mi libreta de apuntes, me cuadro e informo:

­ Ha dicho la serpiente motorizada que se propone electrificar LA REALIDAD y que su primera instalación será… una silla eléctrica, que estará a disposición de todos aquellos que practiquen el «slam»­

­ ¡Ah! ¡Cosas veredes Sancho! ­musita Don Durito.

­ Además, dicen que dicen por ahí, que el mejor músico de la Serpiente Desvielada es El Flama y ése lo único que toca es el claxon ­digo mientras corto cartucho por si alguien me quiere quemar­.

­ Lo que le hace falta a esa Serpiente de Hoy No Circula es que yo, el gran Durito Heavy Truck, me incorpore como director artístico­

­¿ Así aprenderán a tocar? ­pregunto mientras preparo la versión hard de «cartas marcadas» por si tenemos que hacer un «play back».

­ Ni pensarlo, pero es seguro que los conciertos se llenarán a reventar para admirar mi estilo de baile llamado el «Durito’s Dance». Wacha bato and look this beautyfull move! ­dice Durito y empieza una especie de epilepsia.

Yo le recuerdo al grande y nunca bien ponderado Don Durito de la Lacandona que no es hora de andar haciendo desfiguros y que tenemos que resolver el problema de la ponencia por la humanidad y contra el neoliberalismo. El recordatorio me lleva bastantes estornudos porque los primeros son confundidos por Durito con aplausos.

­ Ejem, ejem ­dice Durito mientras se reacomoda el yelmo y vuelve a enfundar «Excalibur», que simultáneamente había hecho las veces de guitarra, piano, bateria, y sintetizador electrónico. El clip deja de ser micrófono de pedestal y vuelve a ser la fiera lanza del andante caballero.

­ Tenéis razón. Es menester volver a las cosas prosaicas de este mundo. He previsto tu incompetencia… ­dicho esto, Durito saca de no sé dónde unos papeles.

­ Aquí está mi ponencia, sácale 5 millones de copias y distribúyelas en toda LA REALIDAD­ dice Durito mientras me avienta las hojas.

­ Si hablas de la comunidad LA REALIDAD se me hacen muchas copias y si hablas de LA REALIDAD real se me hacen pocas ­le digo mientras hojeo su escrito. El título es:

«ELEMENTOS PROMISORIOS PARA UN ANALISIS INICIAL COMO PRIMERA BASE DE UN ACERCAMIENTO ORIGINAL A LAS PRIMOGENITAS CONSIDERACIONES FUNDAMENTALES ACERCA DEL BASAMENTO SUPRAHISTORICO Y SUPERCALIFRAGILISTICOESPIRALIDOSO DEL NEOLIBERALISMO EN LA COYUNTURA DECISIVA DEL 6 DE ABRIL DE 1994 EN PUNTO DE LAS 0130, HORA SURORIENTAL, CON UNA LUNA QUE TIENDE A VACIARSE COMO SI FUERA BOLSILLO DE TRABAJADOR EN EL AUGE DE LAS PRIVATIZACIONES, LOS AJUSTES MONETARIOS Y OTRAS MEDIDAS ECONOMICAS TAN EFICACES QUE PROVOCAN ENCUENTROS COMO EL DE LA REALIDAD» (Primera de 17,987 partes).

La ponencia es bastante sintética. De hecho, se compone de una sola frase que dice así:

«El problema con la globalización en el neoliberalismo es que los globos se revientan».

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