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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Ago011994

Subcomandante Marcos: sobre las elecciones

Entrevista del Subcomandante Insurgente Marcos con Proceso

(segunda quincena de julio)

Guillermo Correa y Julio César López, Aguascalientes, Chis. [P, 1/viii].- La entrevista con el jefe guerrillero se realiza bajo el techo de una de las galeras que su tropa ha levantado en vísperas de la CND, anunciada en su fase plenaria y resolutiva del 7 al 9 de agosto próximo, en plena selva lacandona.

«Estamos haciendo el auditorio para seis mil personas. Más los invitados y la prensa, que tendrán también su lugar. En la parte de arriba, cinco mil; abajo, donde estamos echando cemento, mil. Lo de ahí -señala- es la tarima, donde va a estar el presidium; y estamos haciendo varias casas donde se descanse y se coma durante los recesos. Estamos viendo también qué se va a hacer con tanta gente si empieza a llover. Y lo de la cocina, con sus fogones para calentar lo que traiga de laterío», dice a los reporteros.

Al llegar sorprende ver lo que será el teatro al aire libre. Una amplia zona desmontada en donde los troncos de los árboles sacrificados servirán de gradería.

El escenario tiene alrededor de 80 metros de alto y un presidium de casi 50 metros. En el lugar, como hormigas, trabajan los insurgentes uniformados con pantalón verde, camisa café, paliacate rojo al cuello y muchos de ellos con pasamontañas. Decenas, fuertemente armados, vigilan el área y en montículos cercanos se ven descansando las armas de los combatientes que trabajan.

Marcos explica que la CND iniciará sus sesiones el sábado 6 de agosto en la ciudad de San Cristóbal, donde se instalarán cinco mesas de trabajo. Ahí no habrá presencia zapatista. «Aquí los delegados llegan el día siete. Se instala la plenaria y se inaugura la Convención. Cada mesa empezará a presentar lo que discutió y a pronunciarse. Será todo el ocho. Y el nueve saldrá la resolución de la Convención».

Según Marcos, con la Convención se espera crear un movimiento civil pacífico, fuerte y grande, que obligue al gobierno a unas elecciones limpias; a reconocer la derrota y evitar el fraude. Que se pueda abrir el espacio de un cambio democrático sin recurrir a las armas, lo que significaría empezar a dar las condiciones para anular la beligerancia, las posibilidades de que se reanude la guerra.

Piensa que el éxito de la CND no depende del número de delegados, sino de la representatividad que tengan. Sólo así «sería posible desactivar la inminencia de una guerra civil en el periodo poselectoral».

«Nosotros estamos entregando esa valoración a la Convención, planteando que el estallido de una guerra no sería inmediato como consecuencia lógica de un fraude electoral. Evidentemente, todavía el proceso civil y pacífico tiene sus cauces. Necesitamos un referente para ver. Le estamos entregando a la Convención toda la iniciativa de movilización para la defensa de la voluntad popular posterior a las elecciones por las vías civiles y pacíficas. No pasaríamos por encima de los acuerdos de la CND para reanudar hostilidades.»

Si hay fraude -señala- todavía habría una posibilidad para que no se desatara una guerra civil: si la Convención «no cuaja», casi sería la consecuencia lógica; pero si es al revés tendría la autoridad moral para evitarla, incluso habiendo fraude. Llamaría a movilizaciones civiles y pacíficas para dar marcha atrás con el fraude, detenerlo, y entonces sí diferir la posibilidad de la guerra. «Eso ya depende de la Convención».

El delirio del PRI

El subcomandante Marcos asegura que la actitud mostrada hasta ahora por el partido oficial borra toda esperanza de que el 21 de agosto no habrá fraude electoral.

«Se me hace que es claro que los priistas tienen una actitud prepotente, soberbia, que ni siquiera aceptan que eventualmente, en condiciones difíciles, se tendría que hacer un gobierno de coalición. Ni siquiera aceptan eso y siguen con la política prehistórica de otra vez carro completo. De todo o todo. Eso no es posible. Si hay alguien que sea honesto sabe que no es posible; ningún candidato registrado podría hacer eso; ganar en tales condiciones que le permitieran prescindir de cualquier tipo de alianzas o acuerdos con los otros partidos. El único que está diciendo eso es el partido de Estado, el oficial, que ni siquiera necesita absolutamente ningún tipo de alianza y que puede gobernar el país porque va a arrasar las elecciones. Sólo quien piensa en un fraude o está delirando puede decir eso.»

Al EZLN llama mucho la atención el hecho de que cuando dice: «tiene que haber cambio democrático, si no va a haber guerra», inmediatamente el PRI, los banqueros y los sectores más duros responden que los guerrilleros están convirtiéndose en censores y que quieren erigirse en Tribunal Electoral.

«Pero si la gente de poder dice que si no gana Zedillo se van a ir con sus capitales y que habrá inestabilidad, nadie dice nada y hay una amenaza seria ahí. Esa sí es una condicionante que sale ya no de un resultado electoral sino de un grupo de personas que presionan para que se les garantice una política económica, y si no, no están dispuestos a nada.»

Hay grupos de poder, los más nacionalistas -dice Marcos- que están invitados a la Convención, que no tiene carácter de clase. En ese punto pueden coincidir desde empresarios hasta indígenas analfabetas o ciertos sectores de la Iglesia.

-¿Hasta los militares?

-El problema con éstos es que se mantienen más al margen, pero evidentemente también la Convención estaría abierta para ellos, aunque tienen que ser más cuidadosos por su carácter institucional.

-Si el 21 de agosto la mayoría vota por el PRI, el PAN o el PRD, ¿qué perspectivas de país ve el EZLN con cada uno de los candidatos?

-Si el resultado oficial es que la votación favoreció al PRI, van a tener un serio problema de credibilidad, no con el EZLN sino con el resto del país, incluso aunque los demás partidos lo avalen. Con un promedio de abstencionismo del 50 por ciento, que es el que están dando por sentado, y el otro 50 por ciento para repartírselo entre tres partidos grandes y seis pequeños, difícilmente se van a tragar ese cuento. Pensamos que la reacción inmediata de la gente va a ser de incredulidad y desconfianza. Falta ver si esa incredulidad y desconfianza se traduce en movilización.

-¿La conformación de un gobierno plural podría frenar la guerra?

-Cualquiera de las opciones tendría que manejar esa posibilidad. No sé hasta qué punto . En el caso del PRI todo parece indicar que no está abierto a ella, pese a que sería un elemento que atenuaría el clima de beligerancia que hay en todo el país. Y pienso que ahora sí me creen que hay frentes en toda la república. Antes creían que estaba blofeando. Ahora ya es evidente que sí, que hay otros grupos armados en otras partes de la nación.

Marcos y los candidatos

El jefe militar del EZLN ve al PRI como el elemento más difícil para un clima de paz. No porque sea el PRI, explica:

«Luis Donaldo Colosio tenía una actitud más flexible respecto a ese problema. A Zedillo lo veo muy intolerante, muy cerrado, incluso más bien como una imagen que le han formado porque no estoy seguro que así sea él, pero como responde a ciertos intereses dentro del partido de Estado, son ellos los que le han hecho esa imagen. Ahí se ha desenvuelto. El problema no es el EZLN, sino que lo más grave es la credibilidad del país.»

En el caso de que el candidato del PAN, Diego Fernández de Cevallos, ganara oficialmente las elecciones y que se le reconociera, tendría el problema, según Marcos, de «un programa económico antipopular» y una imagen política de intolerancia o de inflexibilidad en ciertos puntos que son muy delicados en la expectativa de la población respecto a religión, medios de comunicación, política e ideología.

«Parece un candidato más cercano a asumir actitudes intolerantes. Pero corre por su lado el beneficio de que como quiera que sea ya no ganó el PRI. Y más, pensamos que ahí la gente estaría con el «bueno, vamos a ver qué pasa». Nosotros pensamos que abajo, en el sótano del país, representa la misma política económica que ha sacrificado a ese sótano, no sólo a los indígenas pero sobre todo a ellos. Habría movilizaciones de respuesta, no inmediata pero sí en el momento en que fuera definiéndose el programa económico. En ese caso pensamos que un estallido social no sería inmediato, pero se produciría tarde o temprano.»

En cuanto al candidato del PRD, el subcomandante Marcos destaca que es el que representa más la posibilidad de abrirse a un cambio de rumbo económico y de los espacios políticos. Ahí el problema vendría, afirma, del sector más reacio: «los empresarios más de derecha, por ponerlo en alguna geometría, y por supuesto del PRI, del que va quedando fuera».

De cualquiera de estos tres candidatos, asegura, va a salir el que gane las elecciones. Con fraude, insiste, México va a ser un país muy difícil de gobernar. El triunfador, necesariamente, tendrá que hacerlo con una serie de acuerdos y aperturas de espacios. Es lo que el EZLN llama un gobierno de transición que enfrente una crisis que está terminando con el sistema y empiece a abrir los espacios necesarios para que se resuelva ese conflicto por caminos pacíficos civiles, y no sea necesario recurrir a una medida desesperada como la lucha armada.

Se le pregunta si la presencia del EZLN seguirá por tiempo indefinido.

Aclara: «En términos militares y políticos, la presencia del EZLN no es definitiva. Nos parece que sí, porque se sabe que existimos y tenemos una posición, pero hay otros grupos que están como estábamos en diciembre del 93, en lugares donde las encuestas dicen que el PRI es absoluto ganador. Conocemos esa lógica. Tenemos contacto con ellos, sabemos que el problema del periodo poselectoral no es el EZLN, y aunque el EZLN se comprometa a no hacer nada, no resuelve el problema. Tenemos que dejarlo claro.

«Sólo un cambio en el sistema de gobierno, del partido de Estado, podría posponer el estallido de rebeliones armadas preparadas, no espontáneas, a más largo plazo o al plazo suficiente para que pudieran desactivarse, según las demandas concretas.

«Como está la situación del país, parece que el problema es el EZLN, por más que digamos que no -a nosotros nos pueden atacar mañana y aniquilarnos, o podemos firmar la paz, si quieren-. Como sea, va a reventar. Los medios que le han rascado han descubierto que sí, que algo está pasando en el resto del país. Nosotros ya lo sabíamos y por eso advertimos sobre ese punto.

«Pensamos que sólo gobiernos que abran espacios de participación política democrática y reformen profundamente, casi al grado de una revolución, el proyecto económico, podrán atenuar esto. Pero por una cosa o por otra tendrán que establecer una serie de alianzas con fuerzas que pueden no sólo no coincidir con su proyecto político, sino inclusive ser contrarias.

Creo que el PAN y el PRD lo entienden. El único que no lo hace es el PRI, pero pienso que es parte de su proceso de descomposición, de su agonía.»

De acuerdo con Marcos, el sector más «racional» del PRI ve a la CND como el intento del EZLN de tener un brazo político; el más duro sostiene que los zapatistas intentan hacer un pronunciamiento nacional, con más organizaciones, a favor de la guerra. «Exactamente las dos cosas que ha dicho el EZLN que no tienen ningún sentido. Porque, entonces, para qué convocamos. Es esa ceguera histórica de no ver más allá de lo inmediato, lo que finalmente los va a perder, pues cuando uno les dice cede, ellos están por el todo o nada. Y se van a quedar sin nada».

Del lado perredista, observa que el pasado priista de Cuauhtémoc Cárdenas puede representar un riesgo para el cambio que se exige.

El problema, considera, no es finalmente quién esté en el gobierno. Puede ser Zedillo, Cárdenas, Fernández, Cecilia Soto y hasta «la inefable» Marcela Lombardo, que dice que los del EZLN son de la CIA.

Una bomba entre las manos

Marcos dice que el problema es que hay una serie de demandas populares que hay que cumplir y que, si no se pueden encauzar por vías legales pacíficas, van a reventar por las violentas.

Cualquiera que sea el próximo gobierno, piensa, tiene que satisfacerlas en forma profunda -«no con las aspirinas que da Pronasol»-: tiene que abrir espacios políticos.

«En esa solución, quien toma la actitud más inflexible y suicida es el PRI. No necesito ponerlo en boca de Zedillo porque sobran sus declaraciones en ese punto. El problema no es de partido sino de sistema político. Decimos por eso que en realidad se está planteando una revolución, en el sentido de que hay que acabar con un sistema político de partido de Estado y con el presidencialismo; regresar al hecho de que hay que mandar obedeciendo».

Explica que a final de cuentas el problema no está en quién tiene el poder, sino en cómo lo ejerce o quién lo está sujetando y cómo da respuestas.

«Pensamos que el «¡Ya basta!» no es una bandera que agarra eco en otros sectores, sino que es algo que ya estaba y que brota como botón de muestra en Chiapas y en el EZLN, pero que en realidad ya estaba brotando en otras partes. No es algo que sirva de ejemplo a seguir, sino de lo que ya está a punto de reventar. Si no hay solución a esas demandas y a la posibilidad de plantearlas en términos políticos, civiles, pacíficos, legales, esas demandas se van a manifestar».

-Si gana el PRD, ¿cuál será la reacción de los grupos económicos poderosos?

-Una cosa son los ganaderos chiapanecos, que son la prehistoria de todo porque piensan que el PRI está aliado con el EZLN. Ven como única posibilidad al PAN. Critican a los candidatos priistas y en concreto a Zedillo; ven que con tal de calmar al estado, éste los va a sacrificar a ellos; que les va a quitar las tierras o se las va a comprar para repartirlas entre los indígenas con el fin de que ya queden tranquilas las cosas. Eso no les gusta. En este caso, el triunfo del PRI no garantiza el cese de la beligerancia de los ganaderos. Ellos exigen el baño de sangre. Esta rebeldía tiene que ser castigada -dicen- conforme la castigan ellos, que es con vara y plomo.

A nivel nacional, continúa, es otra situación. Existen sectores más progresistas o modernos de empresarios, financieros, comerciantes y hasta de grandes ganaderos.

«No sé hasta qué punto hagan chantaje para obligar una política económica que les favorezca, en este caso que se continúe en Zedillo. No estoy seguro de que sacrifiquen una ganancia que a lo mejor no van a perder para inmediatamente emigrar. No es lógica de los empresarios. Ellos piensan que en la crisis puede haber utilidad y que en el momento en que ya no se dé hay que emigrar, pero no agotarían tan rápido esa posibilidad. No sé hasta qué punto sea una amenaza para forzar un cambio, o más bien un no cambio, y que las cosas sean iguales, o hasta qué punto sea en serio.

«¿Qué tanto afectaría esto al país? Lo que digo es que hay un sector al que ya no le importa porque ya está afectado de por sí. Si le dicen: «van a escasear las mercancías», como quiera no tienen efectivo para conseguirlas; que va a haber desempleo y es gente que no tiene empleo; que va ser subempleado y ha sobrevivido los últimos diez años en el subempleo; o que van a bajar los servicios cuando no los tiene. Son amenazas que no pesan en ese sector. Sí en el de la clase media y no en los más desfavorecidos, que son finalmente los que se alzan en armas o los que toman las medidas más radicales».

De cómo observa la situación del país desde la selva, Marcos dice que el próximo gobierno tiene una bomba en sus manos, cualquiera que sea su orientación política. Y para desactivarla tendrá que hablar mucho por muchos lados, tocar muchas puertas, abrirlas, mantenerlas abiertas y no cerrar ninguna.

«El único que veo que está dispuesto a no tocar puertas y a cerrar las pocas que tiene abiertas es Zedillo».

Respecto de los partidos pequeños, el subcomandante dice que son producto de la política del partido de Estado, el cual define su participación sólo en términos electorales.

Sostiene que no tienen vida política; que su existencia sólo se da por un porcentaje de votos, por lo que dependen de un proceso político fraudulento y no de que representen una opción.

«De ahí que al entrar en componendas, al tratar de multiplicar el arcoiris electoral, diluyen todavía más el voto de castigo, o de oposición. Entonces, esos votos diluidos en ocho partes no alcanzan a vencer al sistema de partido de Estado».

«El EZLN piensa que no debe de ser así, que su existencia debe obedecer a un proyecto que apoye la gente, ya sea a nivel local, regional o nacional, según el tamaño de su estructura y aspiraciones».

De estos partidos pequeños, Marcos reconoce que sólo el que tiene como candidato a Pablo Emilio Madero (UNO-PDM) es el que se ha comportado con respeto hacia la CND; y que de toda la oposición «grande», sólo el PRD mandará delegados, en tanto que Diego Fernández de Cevallos, del PAN, aún no ha definido su posición, aunque su partido ya se ha pronunciado en contra.

PRI: suicidio o paredón

A poco más de dos semanas de las elecciones, el subcomandante Marcos afirma que el presidente Salinas de Gortari está «muy presionado» y que va a tener que ser sacrificado por la opción militar.

Acusa: «Ernesto Zedillo no quiere heredar al EZLN ni a toda la comisión negociadora o pacificadora, mucho menos a un interlocutor en las montañas del sureste mexicano, alzado en armas y encapuchado.

«Quiere llegar a costa de lo que sea. Pienso que está presionando a Salinas y a cierto sector del Ejército para que antes del primero de diciembre se tome una decisión de fuerza. Así lo estamos viendo nosotros.»

Advierte que esto último depende del Ejército Federal y que lo zapatistas hacen un esfuerzo de paz, a pesar de ser una fuerza armada.

En la Convención, comenta, no se va a permitir que se discuta la cuestión de las armas. Y cuando lo lógico es que un grupo armado convoque a otros que estén de acuerdo con él, lo que se hace es llamar a la CND a los que no están a favor de la violencia.

«Lo tuvimos que hacer porque antes pedimos a otros que convocaran y nadie se aventó».

Y argumenta: «Todo este dinero que está aquí, que se podría usar en armas o alimentos; todas estas jornadas de trabajo que debieron emplearse en construir bunkers, trincheras o refugios, los estamos dedicando a levantar un teatro para que vengan gentes a discutir los caminos de la paz. El EZLN ha dejado claro que no quiere la guerra, que se vio obligado a ella, pero que si ya no es necesario está dispuesto a abandonar ese camino».

Acusa que de los dos ejércitos, el único que está en tregua es el EZLN, porque si bien el federal ha mantenido el cese al fuego sigue con sus movimientos de vigilancia, acopio de tropas y alimentos, «aunque lo estén negando. No es un Ejército en tregua, sino que está acumulando fuerzas y preparándose».

Afirma que las amenazas poselectorales de guerra no vienen del EZLN, sino que éste está porque el estallido militar se posponga lo más posible, termine por diluirse o, en el mejor de los casos, acabe por desactivarse.

Recuerda que la «caída del sistema» en 1988 rectificó el sentimiento popular de que la vía electoral no era el camino porque fue después cuando el EZLN comenzó a crecer mucho y en varias partes. «Nuestros contingentes empezaron a pasar de centenares a miles de combatientes».

«Cuando estalla enero -explica-, parece que el gobierno se va a abrir políticamente. Pero lo de Colosio hizo que toda la política volviera a girar a como se encontraba en diciembre de 1993».

Un nuevo fraude, aunque no sea de la proporción de hace seis años, «dejaría marcado para siempre a este país. Vemos ese peligro. El problema no es para el 22 de agosto, sino para el resto de la vida democrática. Sería una lección muy grave. Nosotros no la queremos. Por eso el esfuerzo de la Convención».

Marcos sostiene que la gente no se va a quedar con el fraude y que algo va a hacer. Acusa que la Secretaría de Gobernación no tiene todos los hilos para unas elecciones limpias y que es un engaño suponer que el problema de la democracia en México es de personas.

Dice no creer en las promesas del presidente Salinas en el sentido de que va a haber comicios limpios, pues esto sería ir en contra de un sistema que lo elevó al poder, con el que tiene tantas deudas.

«A menos que hayan decidido un suicidio, que en términos patriotas digan que «finalmente mantenernos así va a meter al país en una guerra civil; entonces vamos a hacernos a un lado, hay que morir, renunciar como partido y a mantenernos de esa forma», o sea ceder a unas elecciones libres y perder, que de todos modos es lo que les va a pasar».

Concluye:

«Esa es su última oportunidad. Si el PRI no opta por el suicidio honroso en agosto, le va a tocar paredón. Que escoja; ya no va a haber otro chance».

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