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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Mar012006

En Zapotlán, Hidalgo (28/feb/06)

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En reunión con adherentes

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En evento público

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Palabras del Delegado Zero con adherentes
Zapotlán, Hidalgo.

Compañeros, compañeras: Buenas tardes.
Lo que nos han expuesto aquí, de esta localidad de Zapotlán, es el informe más completo de un diagnóstico que puede valer para todo el país o, cuando menos, para los diez estados que llevamos ahora recorriendo.

Les agradecemos; se ve que lo estuvieron preparando con tiempo y está completo, cabal, todo el dolor que hay aquí. Y que, en todo caso, habría que levantar ahora la mirada y ver lo que está pasando en el resto del país.
Está todo aquí: está la simulación del gobierno de lo que se puede hacer.

Chiapas, la costa, un huracán, destrucción por supuesto siempre en las comunidades más humildes, una autopista, todas las máquinas trabajando en la autopista y, a unos cuantos metros, los pueblos sin drenaje, sin calles, sin servicios, sin agua. Sobre todo que es un estado que tiene mucho, muchos manantiales, ríos y lagunas. Pero sin embargo, el gobierno estatal y federal se concentraron nada más en arreglar la autopista, que es por donde pasan las mercancías.

Quintana Roo, playas privatizadas, despojados los terrenos de los ejidatarios con engaños, los convierten en pequeños propietarios con el Procede, los obligan a la miseria, tienen que vender y les prometen lo mismo que se les promete aquí: “no pues es que aquí va a haber mucho empleo, porque van a venir complejos turísticos, va a llegar mucho turismo, vas a poder vender tus tortillas, tus tamales, tus taquitos”, todo lo que quieran. Los convencen, los engañan, hay mucha población indígena que no habla español y, cuando se dan cuenta, hay un muro que separa la playa de su comunidad: no pueden pasar ahí donde se va a hacer el complejo turístico.

Yucatán, Chichén Itzá, la pobre gente que hace artesanías, indígenas mayas —herederos de los que levantaron Chichén Itzá—, quieren ser desalojados para que sólo funcione el complejo turístico que está ahí, con aire acondicionado y todo eso, para que los turistas compren ahí y no le compren a la gente que está en el suelo. El argumento de la autoridad es que tienen que salir de ahí porque afean el lugar, porque es gente morena y que no habla español y está en el suelo vendiendo.

Campeche, decreta Salinas de Gortari toda una zona como reserva de él, le pone un nombre y empieza a desalojar a todos los campesinos que hay ahí, y que los deja sin tierra y que tienen que sobrevivir. Y ¿cómo? buscando trabajo en otro lado. Pero con la salvedad que en Campeche son migrantes de otras partes del país, hay hasta de veintisiete estados que están ahí ¿a dónde van a emigrar? El agua se la están robando también, como ya son terrenos federales, y hay el proyecto de un complejo turístico en donde había ruinas mayas.

Tabasco, una presidencia municipal en donde accede al poder, con el apoyo de la gente, un candidato supuestamente de izquierda, gente humilde, sencilla, mismo del pueblo, todos lo conocen. A los pocos meses de que entra a la presidencia, le hace un segundo piso a su casa, un tercero, compra otra casa, otro vehículo, todos los empleados son sus parientes o amigos de sus parientes, y el resto de la gente sigue en la miseria. Se enardece la gente y habla. En ningún lado ha habido una crítica tan dura al PRD como la de los militantes del PRD ahí en Tabasco, en esa población que llegamos.

Veracruz, todo el país en la gran franja que cubre el golfo de México, que es el estado de Veracruz. La contaminación que producen las empresas industriales de Pemex, no indemnizan a nadie; la tierra está muerta, como si le hubieran tirado bombas de napalm o como si hubiera estado una guerra; los campesinos que se suponen que debían obtener trabajo en Pemex no lo obtienen; los trabajadores calificados de Pemex, también sobreexplotados, sin ningún derecho laboral, marginados.

En el norte, cacicazgos, está aquí cerca, en la sierra Norte de Veracruz, caciques que se van turnando la presidencia municipal, el abuelo al papá, al hijo, al cuñado y no importa con qué partido político, a veces son PRI, a veces son PAN, a veces son PRD. La gente indígena que ve en los anuncios de televisión de Vicente Fox que está llegando la ayuda a su comunidad y ellos están viendo y no está llegando nada. El coraje y la rabia de estar viendo que los están usando para decir una mentira y para engañar al resto del país.

Estudiantes que cursan sus estudios con malos maestros. Aún así, con trabajos llegan y terminan la universidad y no tienen empleo, tienen que emigrar a Estados Unidos y trabajar en lo que aparezca, a pesar de que son licenciados, o varias licenciaturas, o tienen maestría o doctorado.

Las trabajadoras sexuales, en Orizaba, también perseguidas y extorsionadas por los policías, porque las chantajean de que si no se ponen guapas —dicen ellos pues— con un dinero, entonces las llevan a la cárcel.

Oaxaca, la miseria indígena por todos lados; la gente que se levanta, reprimida, las cárceles llenas de presos políticos, luchadores sociales. Los grandes ricos, los grandes criminales, libres y en el gobierno o dirigiendo las grandes empresas. El Istmo de Tehuantepec, una zona rica en lucha social, rica en su población indígena, con un proyecto encima como amenaza de convertir eso en una nueva frontera del país, la frontera norte que se corre al Istmo para separar al país, al sureste mexicano, del centro y del norte.

Puebla, un gobernador que usa como clave para referirse a las niñas, a las que prostituye, como si fueran botellas de coñac, exhibido por una grabación por los medios masivos de comunicación y que organiza una marcha de apoyo para decir que él es el bueno. Las camionetas, las microbuses, combis —no sé cómo les digan aquí—, llenas de campesinos acarreados para que vayan a gritar que Marín es un buen hombre, a pesar de que todo lo demás dice que no lo es.

En el campo, en el norte, en la sierra norte de Puebla o en la Sierra Negra, maquiladoras en la Sierra Negra, trabajadoras y trabajadores que viven o pretenden vivir con ochenta pesos a la semana, 320 pesos al mes. Si se organizan y protestan, al otro día que llegan a trabajar sólo está el galerón, ya no hay máquinas, la maquiladora se mudó para otro lado. Nota: el dueño de esa maquiladora es el mismo que le mandaba las niñas al gobernador de Puebla, que es el que fabrica los pantalones de mezclilla allí. Los de derechos humanos que denuncian son amenazados de muerte, se les hacen trampas, los meten a la cárcel, la movilización los libera, los vuelven a amenazar de muerte hasta que se da este escándalo.
En la Sierra Norte de Puebla, totonacas que comparten territorio con Veracruz también en la miseria, en el desprecio, tratados —cuando bajan a la ciudad— como si fueran animales, simplemente porque tienen otro color, otra lengua, otra cultura.

Tlaxcala, igual, maquiladoras por todos lados, despojo de la tierra, una laguna que es desecada propositivamente y se les dice que en esos terrenos —que antes eran de la comunidad— ahora se va a levantar un complejo habitacional muy avanzado ecológicamente, pero que las casas valen hasta dos millones y medio de pesos. Se les promete que ahí van a tener empleo: las jóvenes de criadas, los hombres de jardineros. La gente se opone y se organiza para protestar y hasta ahora lo detiene. Carreteras que les prometen que les van a traer el progreso, autopistas que van a destruir el sistema de riego de las comunidades campesinas de ahí, que van a destruir el pequeño comercio y que van a aumentar el número de muertes por accidentes viales, donde no hay ahorita esos problemas.

Y ahora Hidalgo, que, lo que hemos visto hasta ahora, prácticamente se sintetiza en estas exposiciones que hicieron y siempre la misma pregunta que nos vamos haciendo todos los compañeros que vienen de la caravana, de que resulta que sí es cierto, había otro país que no tiene nada que ver con el que aparece en la propaganda gubernamental, pero tampoco tiene nada que ver con el que aparece en los medios masivos de comunicación, ni en la televisión, ni en el radio, ni en los periódicos. Y si de algo está completamente alejado este otro país, es de las campañas electorales.

En todas partes estamos descubriendo esta impotencia y esta rabia que han expresado aquí por proyectos o mega proyectos o propuestas gubernamentales, que demuestran que el gobierno no es incapaz o ineficaz o tonto, sino que es un gobierno que está haciendo lo que le encargaron hacer. Las políticas que está haciendo el gobierno de Fox y que se proponen continuar Madrazo o López Obrador —según quién llegue a la presidencia—, o mismo Calderón, son un proyecto propositivamente de despojo y de destrucción de la vida comunitaria en la provincia y de toda la vida, en cuanto dignidad humana, en cualquier parte del territorio, sea en la ciudad o sea en el campo.

Tal vez más adelante, conforme avance la Otra Campaña, empiecen a descubrir que el agua que se está yendo de aquí para la ciudad de México no está llegando para la gente como ustedes. Van a escuchar la lucha de los colonos en la ciudad de México por falta de agua potable y van a descubrir que el agua que se está yendo de aquí, está yendo a las zonas residenciales, a los grandes hoteles y a los centros de diversión de los ricos, no como dicen que es para la ciudad de México. Es para la ciudad de México de arriba, no la de abajo, no la otra ciudad de México que es la que vamos a ir a encontrar dentro de poco.

Y así en cada caso que hemos ido topando: no hay un sólo proyecto gubernamental o un mega proyecto que haya traído beneficio a la gente de abajo, ninguno. Y no hay ni un sólo proyecto o megaproyecto que no haya ido acompañado de dos maquetas, compañeros y compañeras: la maqueta que le presentan a los grandes empresarios —que es la que va a ser real— y la maqueta que le presentan a las comunidades, que es completamente diferente.

En ese aeropuerto, o como en la laguna que nos platicaban ayer, de un movimiento que hay aquí en Hidalgo, perdón, de un campo de golf —un proyecto que hay aquí en Hidalgo de hacer un campo de golf— donde le dicen a la gente que sí venda la tierra con el mismo invento éste de que va a tener más empleo y va a poder trabajar ahí, que es una mentira porque a la gente rica no le gusta vivir con la gente pobre, hay que irse haciendo a esa idea. A nadie de prestigio allá arriba le conviene que al lado, o cerca en su mismo entorno, haya casas pobres. Y entonces, la opción que se la da a la gente es: o sube de nivel y a ver cómo le hace y pone su casa bonita, o se va. O va a haber un muro ahí, una pared que separe a los pobres de los ricos.

Y si vamos agarrando el mapa del país, el mapa de México, vamos a ver que se empiezan hacer estas como islas donde los ricos se encierran, dejan afuera a los pobres, en primer lugar porque les dan asco. En algún lugar pasamos donde, creo que era Apizaco, en Tlaxcala, donde el presidente municipal dice que los albañiles no pueden andar por la calle con su media cuchara y lo que usan para trabajar, porque afean, porque es una falta de estética para la ciudad. Los pobres son una falta de estética, o sea, son feos, como explicó la compañera aquí que dice “es que a la hora de contratar no quieren ni gordas, ni feas, ni viejas, hacen como un criterio”. Pues todos, hagan de cuenta que nos están describiendo pues, a la gente humilde y sencilla, a los pobres. ¿Qué les hace pensar que en ese aeropuerto van a poder convivir con la gente que va y viene por todo el país y por todo el mundo?

No, ese proyecto de aeropuerto viene con todo incluido. Si les prometen la concesión de taxis, es mentira; la concesión de taxis ya está vendida a una empresa. Si les prometen empleo dentro del aeropuerto, les están mintiendo; eso ya está negociado con una empresa que se dedica a moverles su personal. Si les dicen que en los grandes hoteles va a haber empleo es mentira; lo vimos en Quintana Roo, en Yucatán, en Campeche y en Veracruz: ahora las empresas hoteleras llegan con todo y los empleados, los contratan de otro lado.

Si a la hora en que se esté construyendo ese aeropuerto, ustedes, la gente de aquí llega a pedir trabajo y pide, por ejemplo, cincuenta pesos diarios, les van a decir: “por qué te voy a pagar cincuenta pesos diarios, si de la sierra vienen indígenas que cobran veinte pesos diarios por hacer lo mismo que tú”. No va a haber empleo porque lo que sobra, ustedes lo explicaron, lo que sobra es desempleo. Entonces, por qué les van a pagar más si hay alguien que lo va a hacer por menos.

Entonces, ese aeropuerto y cualquier otro mega proyecto que estén proponiendo, como vas nace de dos formas: nace de la mentira y nace de arriba, no va a traer ningún beneficio para abajo. Si fuera un proyecto que hubiera nacido de la necesidad de la gente de abajo o les hubieran sido expuestos, antes de ser aprobado, que reunieran a la gente de Zapotlán —los que están aquí y todos los demás— y les explicaran realmente la maqueta que les presentaron a los inversionistas que van a construir el aeropuerto, a los inversionistas que van a poner las tiendas dentro del aeropuerto y a las empresas de aerolíneas que van a trabajar en ese aeropuerto, a los bancos y todo eso, y entonces que la gente de aquí dijera: “sí vendemos, o no, o a cuánto”.

Porque nos estaban platicando en otro lado, en otro estado, nos decían: “a nosotros nos estaban ofreciendo nueve y diez pesos por metro cuadrado, vendimos y después nos enteramos que estaba a trescientos, cuatrocientos y hasta setecientos pesos el metro cuadrado, pero ya había sido negociado”, precisamente en las carreteras esas que están haciendo en Tlaxcala. Entonces, todo eso se funda en el engaño y en un beneficio que no está pensando en ustedes más que como migrantes: sobran aquí, sobramos en este país.
Cuando en algún punto nosotros decíamos, porque había ahí de todo: había campesinos, había indígenas, había estudiantes, había jóvenes, había ancianos, había maestros, había trabajadores sexuales, que nosotros les decíamos: “pues aquí estamos todos los que sobramos en este sistema y tenemos que decidir si dejamos que se deshagan de nosotros o peleamos por el lugar que merecemos en este país”.

Pues hagan de cuenta que había visto o soñado lo que iba a pasar aquí en Zapotlán, que es lo que nos han explicado ustedes. Todo eso que por todos lados como que te empiezan a pegar en un lado y en otro, y en otro, hasta que te arrinconan y cuando tú piensas que es sólo la pared, te abren la puerta de la migración, la cruzas y resulta que ahí se está levantando un muro —como explicó el compa—, que luego ya estando ahí a ver cómo le haces y luego, ya que estás del otro lado, descubres que ni madres que es igual o que es peor, pero además que no estás con tu gente.

Entonces, están haciendo un proceso de destrucción del país, no sólo de la naturaleza, no sólo de las costumbres, sino de la gente. Porque aquel que no se deja va a la cárcel o va pa’ fuera, y también al que se deja también va pa’ fuera. Y ese es el engaño con el que están construyendo toda su campaña: se le está convenciendo a la gente “no te rebeles porque hay la cárcel y además te va a ir bien”. Y la gente se conforma, algunos —cada vez menos según estamos viendo como pasamos por Hidalgo y también por toda la república—, la gente que se conforma pierde como quiera y además de que está perdiendo la tierra, el pequeño comercio, el empleo y todo eso, además se queda con esta amargura que ustedes han descrito muy bien, de que está perdiendo la dignidad.

Ayer los compas del Rincón Rupestre que vienen también de Quintana Roo se echaron una rola muy buena, una canción que resumía todo lo que estamos planteando aquí en la Otra Campaña, que decía que finalmente tenemos esa opción: conformarnos, resignarnos, rendirnos, vendernos, desmayarnos —así decimos nosotros allá cuando alguien se deja la lucha es que se desmaya— o resistir, o pelear.

Y hasta ahora lo que se ha visto en nuestra historia es que cada quien está eligiendo, de todos los que estamos encontrando, está eligiendo resistir y luchar. Pero nosotros estamos en las montañas del sureste mexicano.
Los albañiles pues que llegan de otro lado y que están levantando los complejos turísticos en Quintana Roo, en las playas, están allá. Los indígenas mayas en Yucatán. Campesinos sin tierra de todas partes en Campeche. Todo el espectro que son los trabajadores de la ciudad y del campo en Veracruz. En Oaxaca otra vez la comunidad indígena, los maestros, los estudiantes. En Puebla otra vez los indígenas, los obreros ahora de las maquiladoras, los estudiantes. En Tlaxcala, cómo se va destruyendo esto de que primero les dijeron hay que ser ferrocarrileros, venden los ferrocarriles, ahora hay que ser textileros, entra en crisis la industria textil por el tratado de libre comercio, entonces hay fábricas pero no venden, se cierran y ahora les están diciendo maquiladoras. En Puebla, ahora en Hidalgo, es gente que está resistiendo pero cada quien en su lado.
Entonces, imaginemos una red o un movimiento que uniera el movimiento de resistencia que se va a crear —por lo que veo— contra la construcción del aeropuerto en Tizayuca —que ya nos explicaron que no es en Tizayuca, sino que es en las tierras de este municipio— con las montañas del sureste mexicano, con Quintana Roo, con Yucatán, con Campeche, con Tabasco, con Veracruz, con Oaxaca, con Puebla, con Tlaxcala, échale que hasta aquí llegamos, échale que más allá no podemos ir por lo que sea, con sólo eso, con esos diez estados, imagínense la fuerza que se junta, el coraje y el miedo que se está juntando y que empieza a convertirse, en este laboratorio que es el corazón de cada quien, en valor.

¿A poco no se está cambiando el miedo para otro lado? A poco no se ve en la hilera de policías y de orejas que van detrás de la caravana —que cada vez es más grande— que se están dando cuenta de que sí es cierto: la Otra Campaña no tiene cobertura en los medios de comunicación pero algo está pasando abajo. Y a lo mejor le tienen más miedo a esta reunión que hay aquí, que a que se junten 150 mil en el zócalo para apoyar a López Obrador, porque ésta es otra calidad de gente y éste es otro movimiento que sí se está proponiendo ir a la raíz del problema. Y la raíz del problema, lo que va a hacer que un campesino, un indígena zapatista, entienda la lucha de ustedes contra el aeropuerto —que se ve que es un puñal que traen en el pecho, se ve en todas sus intervenciones—, lo que va a entender es que es el sistema capitalista el que hace eso aquí en Zapotlán, y es el mismo que lo hace en todos los estados de la república.

Y entonces, se empieza a llegar a este acuerdo de que: bueno, si somos éstos que somos ¿qué estamos esperando? Lo que estamos esperando pues es que se escuche la palabra, que se ponga de acuerdo, que se crezca red y entonces sí, como decimos nosotros, vamos por ellos. Pero no vamos por un cargo gubernamental, vamos en contra del sistema y a volver a levantar todo. Un sistema donde la comunidad opine sobre lo que se va a hacer ahí: si la comunidad opina que necesita un aeropuerto, bueno, pues que se construya un aeropuerto pero que sí refleje las necesidades de la gente y a la que no se le engañe.
Si el proyecto es tan bueno ¿por qué en ningún momento los gobernantes y los empresarios vinieron aquí a Zapotlán a presentarles el proyecto a todos y a discutirlo? Porque están escondiendo algo y lo que están escondiendo es que va a significar la destrucción de la comunidad en este municipio, total, completamente, como si fuera una guerra. Y no es que les estoy inventando, así, apocalípticamente, es que ya nos han platicado lo que ha pasado en otras partes donde se han hecho estos mega proyectos y en donde la gente dice “pues viera que hubiéramos resistido, no hubiera pasado eso que hubiera pasado”.

El aeropuerto no es irremediable. No importa que se hayan vendido las tierras, siempre se les puede acusar de fraude porque eso fue lo que hicieron: un fraude. Engañaron a la gente, además, es fraude económico porque les pagaron una miseria pero, además, construyeron esa compraventa de tierras sobre una mentira.

Eventualmente se trata de que la gente se levante y se organice y entienda, a través de la Otra Zapotlán, que ya no está sola. Que si ese movimiento se levanta, va a tener el apoyo de compañeros y compañeras que vienen aquí de otras partes de la república y que además son parte de organizaciones políticas de izquierda, movimientos sociales, que apoyarían ese movimiento, porque inmediatamente muchos van a decir: “a mí me pasa lo mismo, nomás que aquí no es Zapotlán, aquí es Chiapas, o aquí es Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Mérida, Oaxaca”. Entonces van a decir: “es el mismo enemigo”.
Porque además, conforme le empecemos a rascar, van a ser las mismas empresas constructoras que hicieron el segundo piso en la ciudad de México, que van a ser las contratistas en el proyecto transísmico, que son los que están haciendo los hoteles en Quintana Roo, que son los de los centros turísticos en cada lugar en donde se están levantando y donde la ciudad de México empieza a pensar que le queda poco su espacio y que tiene que crecer hacia Hidalgo, Tlaxcala, Querétaro, Morelos, todo alrededor. Nada más que ya lo están viendo más lejos, que es lo que yo siento que la Otra en Zapotlán ya está haciendo, está viendo más lejos y está viendo lo que va a producir el aeropuerto.

Si nosotros conseguimos hacer entender a la gente que levante la vista de su mesa o de su casa, que es su problemática inmediata, y empiece a ver más lejos lo que ese aeropuerto va a producir en este país, entonces va a tener la oportunidad de decir: ese futuro se puede evitar, sí se puede evitar si nos organizamos independientemente de los partidos políticos. Entre otras cosas, porque los partidos políticos prometen continuar esos proyectos, como explicó la compañera. Los candidatos a la presidencia dicen: va el aeropuerto en Tizayuca.

Y en cada lugar se están presentando estos problemas. Si en cada lugar se levanta y hay este acuerdo de solidaridad elemental entre “apóyame y te apoyo”, pues se va a crear este movimiento nacional del que estamos hablando, aunque pase lo que pase, compañeros y compañeras. Por eso les decimos: el problema electoral no es nuestro, porque si hay una comunidad organizada, realmente no importa quién está arriba si la comunidad lo está obligando a que cumpla o le está tapando lo que no cumple. Y ese es el producto de la Otra Campaña: que en cada lugar se empiezan a organizar las comunidades ahora ya no solas, sino tejidas en esta red que es la Otra Campaña, y pueden enfrentar con mayor éxito, con mayor posibilidad de éxito estas imposiciones.

Nosotros pensamos que no está perdido. Hay otros problemas que se han ido tocando como el de la educación, como el del desempleo, que se repiten a lo largo de toda la parte ésta que llevamos de la república, que hay muchas ideas, hay aquí compañeros y compañeras que lo han escuchado bien, que les pueden platicar más, a lo mejor hay modo porque vimos en el programa que hay convivio.
Creo que sería bueno que les platicaran los compañeros de Quintana Roo, que son los que han hecho el trabajo con esta gente humilde y sencilla, gente pues jodida, y pueden platicar lo que está pasando allá y van a sentir un reflejo de ese coraje, pero además van a sentir que aquí como que se hace grande, porque uno se convence pues que no está solo.
Los compañeros también del FPR sobre el problema de educación; los compañeros de la UNOPI sobre las luchas en colonias urbanas por servicios y todo eso; los compañeros del Partido de los Comunistas también sobre esta penetración del capital extranjero. O sea, en realidad aquí vienen —están todos fachosos— pero viene lo mejor de este país que han podido cubrir sus, ni siquiera cubrir sus gastos, porque estamos batallando a ver en dónde se pueden meter.
Pero hay mucha riqueza en la Otra Campaña, ahorita todavía está como suelta, como que el rompecabezas está desarmado y uno encuentra una pieza en un lado y dice “¿ahora dónde chingados la pongo?”. Hay que acomodarlos, hay que hacer fuerte esa voz. Porque no es la primera vez que nos encontramos —prácticamente desde el arranque— que la lucha social en muchas partes está ligada a la lucha que viene de la teología de la liberación, de la opción por los pobres, de gente que opta entre ser Onésimo Cepeda —el obispo ese que se dedica a jugar golf y tiene dinero y todo eso— o el párroco, o la monja —no sé cómo le digan pues, hermana le dicen allá en el sureste mexicano— que decide optar por otro lado y dice: “hay que buscarle, hay que buscarle. No es justo que toda esta miseria vaya a compensarse después en la muerte. En el paraíso terrenal se puede construir aquí algo diferente”. Como alguien lo dijo: “no queremos el dios que está allá arriba, lo queremos aquí abajo”.
Yo sigo pensando, tengo la duda ¿quién ganó la discusión que por mi culpa se dio?
—Tú ganaste compañera.
—(Una compañera) Si él acepta… y le dije entérese porque no sabe nada.
—Amable como debe ser. ¿Ganamos o perdimos? Ya nada más quiero saber yo, porque alguien me está esperando allá afuera, no sé si es la tía y no sé si ella estaba a favor o en contra…
—Estaba en contra de tí porque viajó a Chiapas y las cosas no son como dices obviamente no fue a donde estás tú. Dice que un indígena ahí le dijo que tú no haces nada, que eres un pentonto.
—¿Un qué?
—Un pentonto. Dice que un indígena que estaba ahí que les dijo —que estaba a tres horas de ustedes— y le dijeron: “¿qué, se puede ir?” y dijo: “sí, pueden ir no hacen nada; Marcos es un pentonto”, así le dijo.
—Un lelo, un pendejo. Gracias compañera.
—Ella está rodeada de su familia. Me decía mi hermano que su yerno, lo que yo comenté de que no podía confiar en una persona que se tapa la cara. Son gente que no padecen, que tienen con que, entonces, de eso es de lo que hablan y a ella la contaminaron. Es una persona grande.
—No, pero hacen bien. Ella y todos. No hay que confiar en alguien que se tapa la cara. También en alguien que se destapa, tampoco hay que confiar. Lo que nosotros estamos proponiendo en la Otra Campaña es que hay que confiar en uno mismo, en la fuerza de la comunidad, en la fuerza de la organización, no en un líder. Aunque sea bueno, o que tire buen rollo o mal rollo, lo que sea. Lo que hay que confiar es en la gente. Finalmente, si no, enmascarados o no, si las cosas se deciden arriba, como quiera se va cosechando desilución.
—Y tú crees que entonces —por lo que decías— ¿las tierras se pueden recuperar o simple y sencillamente el aeropuerto podemos lograr que no se realice?
—Sí se puede. Y las tierras se tienen que recuperar. La tierra es de quien la trabaja, no de quien viene a construir encima. Sí se puede. Si la gente se organiza y dice: “no, aquí hay un proceso de fraude, nos engañaron; sí vendimos la tierra pero fue con engaño”. Y empieza un proceso legal, al mismo tiempo de un proceso de movilización que ya no esté solo. Porque Atenco pudo hacer eso también porque hubo mucho movimiento de solidaridad, de apoyo. Así como nosotros pudimos hacer lo que hemos hecho porque hubo mucho apoyo. Y eso es lo que está tratando de hacer la Otra Campaña. Nosotros les pedimos que hablen con esos compañeros y compañeras y les digan: “no es cierto que todo está perdido”. Sólo cuando uno se muere pues ya ahí sí no hay remedio, pero todo lo demás se puede si se levanta una lucha. Pero no se puede así de un grupito, tendría que ser que se hacen reuniones y que empiezan a analizar todo esto y lo que ha pasado en otros lados…
—(Un compañero) Precisamente, nada más como un comentario, lo que pasa es que una cosa son las tierras que pudieron haber vendido los particulares, y otra que la comunidad ya se organice por el asunto también ecológico, pues se van a afectar los mantos freáticos. Que fue el otro argumento que usó Atenco, que no nada más se organizaron los dueños de las tierras, sino también la comunidad porque dijo: “me vas a afectar mi agua, me vas a afectar toda mi ecología, mi entorno; entonces también tengo derecho —aunque alguien haya vendido las tierras— a defenderlas, a defender a que no se haga el aeropuerto”.
—Claro, porque entonces serían también las comunidades de alrededor. Ustedes les van a decir “pues tú no vendiste ¿tú qué?” “No, pero eso que vas a hacer me va a afectar a mí”. Entonces, ya se levanta un movimiento más grande, porque no va a traer ningún beneficio; nunca van a volar en avión.
—(La compañera) Pero, por ejemplo, también los ejidatarios se escudan en reglamentos y leyes que tienen como ejido, en donde el resto de la población no tiene voz ni voto.
—(El compañero) Hay leyes por encima de esas. Precisamente la Constitución es la ley por encima de todas las leyes. Incluso hay una —le explicaba a los compañeros— hay la ley, por ejemplo, del medio ambiente. Hay lugares donde no la respetan, pero sí es importante rescatarla para que sean los argumentos de nosotros. No puede estar por encima el interés, incluso de un ejido, al interés del medio ambiente general de una comunidad. Hay varios elementos que hay que rescatar, no porque creamos en las leyes, pero hay que revertirles sus argumentos.
—Sí, porque si el ejido dice: “aquí vamos a poner un tiradero de basura”, porque ha pasado en otros estados. ¿Cómo le dicen? Tiene un nombre: relleno sanitario. Que en realidad es que hacen un hoyo y lo llenan de basura. Pero la comunidad de alrededor dice: “eso me va a afectar”, aunque el ejido acuerde, no pueden hacerlo. Y sí han levantado movimientos que han parado. Lo que pasa es que no se conocen, porque es mal ejemplo. Si se empiezan a conocer esas historias, pues se pueden enterar otros y entonces también se organizan.
Entonces, lo que está haciendo la Otra Campaña es que estos ejemplos de lucha se conozcan. O sea, no estamos buscando a la gente que se lamenta del dolor que tiene, sino la que se duele del dolor y lucha. Por eso en la primera etapa es esto, en la Otra Campaña, y luego ya vamos por todos: por los que están arriba para que se vayan, y los que están abajo para que juntos vamos a construir este país.
Sí se puede todavía en lo del aeropuerto. Hay todavía muchas posibilidades. Lo que se necesitaría es que la gente entendiera que no es irremediable, porque ya les están vendiendo esa idea “pues ya, ni modo”. No es cierto, sí se pueden revertir esas decisiones y parar ese aeropuerto. Pues esa es la palabra compañeros.
—(Otro compañero) Creo que también en Pachuca con un club de golf que están haciendo; creo que ya está parada esa obra, porque aunque hayan vendido también por cuestiones de ecología están parando esa obra.
—(Una compañera) Aquí el argumento a lo mejor sería el agua. Uno, entre otros.
—Pues hay que ver, pero va a pasar lo mismo que se explicó para lo del pabellón, que les dijo: “ahora son empresarios, pequeños empresarios” o lo que fuera, y no hay nada de nada. Igual ahora les van a decir van a ser coinversores del aeropuerto, y para nada. Van para afuera y si no se van, pues va la barda esa para separarlos completamente.
Pues compañeros y compañeras, yo no sé si entendieron que ya no están solos. Están esos compañeros que vienen en la caravana; hay muchos compañeros que no pueden venir porque tienen trabajo o están luchando ahí, o porque no tienen la paga, pero que también le están entrando a esta la Otra Campaña, y están entendiendo que lo que se trata es no sólo en un lugar, sino en todo el país. Porque en todo el país has de cuenta que le están poniendo el aeropuerto, están despojando las tierras a la gente.

Pero el mega proyecto es convertir esto en un estado más de la Unión Americana. Entonces, pues todos los que piensen que México no sé qué, pues sobran. Hay que irse a otro lado y hay que destruirlos, sobre todo si es comunidad indígena, destruirlos en su sentido de comunidad.

Es todo compañeros y compañeras, gracias.

28 de febrero
Palabras del Delegado Zero en el acto público en Zapotlán, Hidalgo.

Compañeras y compañeros de Zapotlán de Juárez, Hidalgo:
Gracias por habernos dado su palabra y gracias por esperarnos. Y gracias especiales a los que se estuvieron echando las rolas aquí, que también es una forma de luchar; a veces son mucho más elocuentes, mucho más claros en lo que se dice en esas rolas que en lo que podemos decir nosotros. Pero como nosotros no cantamos, sino decimos la palabra que traemos, pues es la que les venimos a decir compañeros y compañeras.

Nosotros somos indígenas de las montañas del sureste mexicano y nos conocen porque el primero de enero del 94 nos alzamos en armas contra el supremo gobierno y nos enfrentamos al ejército federal, a las policías estatales y municipales de los lugares donde atacamos. Después entramos en un proceso de diálogo para resolver el problema que es el que todavía tenemos todos los pueblos indios de México: que nos desprecian, nos maltratan y nos humillan, nada más por nuestro color, por nuestra lengua, por nuestra cultura. El gobierno nos engañó, como ha engañado a millones de mexicanos, diciendo que sí va a cumplir las demandas de la gente de abajo, de la gente humilde y sencilla.

Y entonces, pensamos de unir nuestra fuerza, nuestra rebeldía, nuestra lucha, con mexicanos y mexicanas como nosotros que hay en todo el país. Y empezamos esta gira, esta marcha, que está recorriendo todos y cada uno de los estados de la república mexicana para escuchar, para aprender, para conocer la historia de lucha de cada uno, de cada una, de los que serán nuestros compañeros y compañeras.
Aquí en Zapotlán de Juárez escuchamos la historia de dolor y de rabia de este aeropuerto que quieren imponer a las comunidades de esta zona los grandes ricos y los gobiernos.

Supimos que la gente de acá fue engañada, fue presionada para que vendiera la tierra para que se pudiera construir este aeropuerto. Supimos que hay coraje y rabia porque fueron engañados, porque los metros cuadrados que les pagaron a 15, a 20, a 49 pesos, ahorita se están cotizando en 350, en 450, en 500 y hasta 700 pesos por metro cuadrado. Y los que se están enriqueciendo con ese engaño que les hicieron a ustedes son los grandes gobernantes, el gobierno del estado y el gobierno federal de Vicente Fox junto con su familia, Martha Sahagún y sus hijos. Y también se están enriqueciendo las grandes constructoras.

Y tal vez ellos piensan que ya no tiene remedio, que ya son propietarios de la tierra, pero sí tiene remedio. Si la gente de aquí y de otras comunidades cercanas se unen se puede parar ese aeropuerto, se le puede acusar al gobierno de fraude, de haber engañado a los campesinos, de haberles despojado de su tierra. Se les puede acusar también de todo el daño que van a hacer a la naturaleza, que van a acabar con el agua que hay aquí en esta zona y que la gente va a ser expulsada de sus tierras.

No es el último punto esto que dijeron ellos, compañeros y compañeras. Se pueden organizar todavía como comunidades, como pueblos, y pueden hacer que el gran gobierno y los grandes ricos den marcha atrás con este proyecto. Y alrededor de este proyecto de engaño del gran aeropuerto, donde nunca vamos a volar en avión, ni siquiera nos van a dejar entrar. Porque los han engañado. Que les van a dar concesiones de taxis, ¡mentira!, el contrato del aeropuerto ya está arreglado con concesionarias de taxis de otras partes. Les han dicho que van a trabajar ahí, ¡mentira!, la construcción del aeropuerto ya viene con los empleados incluidos, que van a venir a trabajar de otras partes. Les están echando mentiras que ahí van a poder poner sus puestos comerciales, ¡mentira!, todo lo que está dentro del aeropuerto ya está vendido y arreglado, junto con los terrenos, hoteles, centros comerciales, restaurantes que se van a construir alrededor.
¿Acaso han visto alguna vez, a algún rico que viva al lado de un pobre? No les gusta, les damos asco, nos desprecian.

¿Ustedes piensan que las grandes residencias que se van a construir alrededor del aeropuerto van a tolerar que van a vivir junto con la gente pobre de Zapotlán o de otras comunidades? ¡No! van a hacer también que se vayan de esas tierras, y sólo van a permitir que vivan al lado de ellos gente que tenga el mismo poder económico.
Detrás del aeropuerto viene una gran guerra de despojo y no pueden permitirlo, no pueden permitirlo porque nosotros sabemos que ustedes tienen sangre rebelde. La historia que ha hecho que Hidalgo brille en otras páginas de nuestra historia nacional.

Y venimos a pedirles que no se rindan, que no se desmayen, que no se detengan ahorita que todavía se puede levantar el movimiento. Porque venimos a decirles que no van a estar solos, porque aquí en la Otra Campaña habemos organizaciones que hay en todo el país: hay obreros, sindicatos, organizaciones de trabajadores de la ciudad, hay chóferes, hay pescadores, hay pueblos indios, hay campesinos, hay agrupaciones de mujeres, colectivos y grupos de jóvenes, culturales —así como pasaron ahorita—, hay niños, hay niñas, hay de toda la gente que hay en este país, que es humilde, que es sencilla, que es pobre. Y todos nos estamos juntando porque ya nos cansamos de las mentiras que nos están diciendo los gobiernos.

Venimos de recorrer ya todo el sureste mexicano, los diez estados y en todas partes donde hemos pasado, compañeros y compañeras, hemos visto que los grandes proyectos que propone el gobierno sólo significan miseria y expulsión para los más pobres.

Detrás de ese proyecto del aeropuerto hay un engaño. A ustedes les están presentando un dibujo de lo que va a ser y a los grandes ricos les están enseñando otro ¿Cuál creen que va a ser el que se va a hacer? Pues el que les están enseñando a los ricos. Y todo el que les enseñaron a ustedes no va a ser así. Y van a ver cuando pase el tiempo, si no resisten, si no se rebelan, van a ver que el aeropuerto que les dibujaron a ustedes no existe, porque en el aeropuerto que va a existir, no va a haber lugar para ustedes, no va a haber lugar para nosotros.
Lo que venimos a decirles aquí en la Otra Campaña, nosotros no venimos a buscar ningún cargo, no queremos que voten por mí, ni por nadie. No queremos líderes. Queremos que las comunidades, que los pueblos, que las colonias, que los trabajadores se organicen entre ellos mismos y se luche por sus demandas.

¿Quién le preguntó a Zapotlán si quería un aeropuerto? Nadie. Probablemente si les preguntan, hubieran pedido drenaje, pavimentación, menos precio en la luz, mejores servicios públicos, más escuelas, mejores maestros, hospitales y clínicas. Pero eso significaría que los están tomando en cuenta y los gobiernos no toman en cuenta a la gente de abajo, más que a la hora que vienen a pedirle su voto, y allá arriba no les dan votos, les dan dinero.
La historia que vemos en Hidalgo la hemos visto en todas las demás partes de la república por donde hemos pasado: gobernantes que se enriquecen, que entran pobres al cargo de presidentes o de cabildo y a los pocos meses ya tienen mejores casas, mejores vehículos, se hacen más ricos y no trabajan.

Entonces, nosotros lo que decimos es que en lugar de mirar allá arriba, de esperar a ver que alguien que sea del PRI, del PAN o del PRD, o de cualquier otro de los partidos, en lugar de que esperemos que ellos van a solucionar nuestro problema, ¿por qué no mejor nos organizamos entre nosotros?, ¿por qué no mejor nos organizamos y nosotros empezamos a luchar por nuestras demandas?, ¿por qué no le preguntamos a la gente de Zapotlán qué es lo que se necesita?, ¿por qué no le decimos a la gente de Zapotlán que se una y que se organice, y que una su lucha en todo el país con la gente de abajo, con los que estamos en la Otra Campaña? Y entonces empiecen a hacerse las cosas como deben hacerse: según la gente necesita.

Esos que están haciendo las trampas para imponer el aeropuerto, esos que allá arriba son gobierno, aquí o en Pachuca, en todo el estado de Hidalgo, son los mismos que nos están molestando y que nos están explotando y despreciando en Chiapas, en Quintana Roo, en Yucatán, en Campeche, en Tabasco, en Veracruz, en Oaxaca, en Puebla, en Tlaxcala y en todos los estados de esta república mexicana.

Lo que nosotros estamos proponiendo no es un cambio de gobierno, sino hacer otro país. Porque éste que nos están imponiendo no sirve para nada, ni siquiera puede resolver las necesidades de empleo de la gente; ni siquiera le puede dar educación a los jóvenes; ni siquiera les puede dar empleo a la hora que salen de la escuela. Porque lo sabemos bien que cuando salen de la escuela, jóvenes y jóvenas, no va a haber trabajo. El que lo va a encontrar, el que va a agarrar el puesto, es el primo, el cuñado, el hermano de ese que está allá arriba, o del que está allá en el gobierno del estado. Entonces para que tanto chingarse en la escuela, para que tanto chingarse en el trabajo, si finalmente es otro el que se aprovecha.

Nosotros queremos decir que ya basta de esa situación. Ya no vamos a esperar a que alguien allá arriba resuelva las cosas. Vamos a levantarnos en todo el país para acabar con el sistema que es el que nos tiene así, el sistema capitalista.

Que se vayan los patrones, que se vayan los terratenientes. Que la tierra sea de quien la trabaja: de los campesinos. Que esas tierras que ahora son propiedad del gobierno —que obtuvo con engaños— se devuelvan a sus legítimos dueños y vuelva a crecer ahí el maíz, el frijol, lo que cada quien sembraba, porque ahí se sembraba vida y ahora va a haber cemento y concreto encima, que va a ser muerte.
Que las tiendas, que las fábricas, sean de quienes trabajan en ellas. Que la gente que trabaja sea propietaria de la riqueza que genera y no unos cuantos ricos que se están aprovechando.

¿Por qué vamos a permitir que los grandes centros comerciales lleguen acá, como van a llegar detrás del aeropuerto?, ¿y qué va a pasar con las pequeñas tiendas, las refaccionarias, las tiendas de comida como la que está allá? Van a desaparecer, compañeros y compañeras. Los mercados. Lo único que va a haber son centros comerciales y ahí ni siquiera vamos a poder entrar. Porque lo sabemos, cuando estamos en nuestra casa, que la paga no alcanza, que cada vez las cosas son más caras. Y no necesitamos salir a la calle para darnos cuenta; en cuanto llega la cuenta de la luz, del predial, del agua, del teléfono, vemos que está sube y sube, y los precios de los productos que cosechamos en el campo van para abajo.

No estamos inventando, nos lo contaron de aquí mero donde estamos. Nos dijeron que hace años, el precio de la tonelada de cebada estaba a un precio y ahora dos, tres años después, está más bajo, pero ¿a poco bajaron los precios de la luz?, ¿a poco bajó el precio del gas?, ¿a poco baja el precio de la carne o de los alimentos que consumimos? No. Seguimos trabajando lo mismo o más, pero cada vez nos pagan menos por nuestro producto ¿Por qué?, ¿por qué lo vamos a permitir?
Nosotros queremos organizarnos. A lo mejor aquí sólo en Zapotlán no se puede. A lo mejor sólo en Hidalgo no se puede. Pero en todo el país seguro que sí se puede, porque no somos unos cuantos, somos cientos de miles ya y llegaremos a ser millones en todo el país. Y nos vamos a levantar juntos y vamos a echar a esa bola de haraganes que está allá arriba. Y entonces ya no va a haber quién mande allá arriba, sino quién obedezca. Porque de eso se trata: que los gobiernos obedezcan a los pueblos, que hagan lo que se les dice y que, si no sirven o si se corrompen, sin tanto trámite, al bote de la basura o a la cárcel que es donde deben estar.

Eso es lo que estamos haciendo compañeros y compañeras y para eso los estamos llamando. Los jóvenes y jóvenas que tiene que trabajar lo van a ver lo que les decimos; si es que ya están trabajando ya lo saben y si no, van entrar. Si antes pensaban que la jornada laboral era de 8 horas, se van a desengañar: 14, 15, hasta 16 horas diarias. ¿Para qué? Para 50, 100 pesos al día, y ver que como quiera no alcanza. Y todavía los gobiernos dicen: “pues búscate otro trabajo”. Y ¿a qué hora? Si son tres turnos para ganar 150 pesos, entonces ¿a qué hora se duerme? Tres turnos de 8 horas son 24 horas, ¿a qué hora se va a dormir?, ¿a qué hora se va a comer?, ¿a qué hora se va descansar?, ¿y a quién le alcanza con 150 pesos?

Nosotros preguntémosle al presidente municipal o al gobernador si alguna vez han probado a vivir con el salario mínimo, y van a ver que no. Viera que es al revés: que los trabajadores del campo y de la ciudad tienen buenos salarios y que los gobernantes tienen el salario mínimo, y van a ver cómo van a empezar a llorar, van a ver cómo van a empezar a decir “no se puede, no alcanza”, y entonces se van a organizar. Y eso es lo que queremos nosotros: acabar con esa injusticia, organizándonos.

Los que son jóvenes también si son mujeres, saben lo que es la opresión, la persecución y el hostigamiento. Saben que no alcanzan trabajo, y si alcanzan, los patrones les piden favores sexuales, pero no se miran en su capacidad o en su conocimiento, sino nada más si está bonita o si es delgada.

Y los ancianos lo sabemos bien mejor que todos; porque durante todos estos años nos explotaron, nos sacaron lo que teníamos que dar y ahora se quieren deshacer de nosotros. ¿En dónde hay un lugar para los ancianos?, ¿dónde hay respeto por lo que hicieron?, ¿dónde hay ayuda para las enfermedades que padecen? En ningún lado, compañeros y compañeras.

Y qué podemos decir de los niños, si desde pequeños se les quiere comprar, se les quiere prostituir. Se les está vendiendo desde el principio un mundo que no existe, un mundo en donde se les dice que van a valer como seres humanos y como personas. Y cuando crecen y salen a la calle se encuentran con que no, que lo que cuenta es la cartera, no el corazón, no lo que tienen en la cabeza, lo que hayan aprendido —bueno o malo—, su valor moral. Todo eso no cuenta, sino el dinero que tengan.

Entonces compañeros y compañeras, nosotros venimos a preguntarles si vamos a seguir soportando este sistema que hace eso con los niños, con los jóvenes, con las mujeres, con los trabajadores, con los ancianos.

Y venimos a preguntarles porque nosotros ya dijimos que no. Y nosotros no sólo somos los zapatistas de Chiapas, son todos los campesinos, los obreros, los estudiantes, los maestros, los empleados, los hombres, mujeres, niños y ancianos, que han hecho suya la Sexta Declaración y se han entrado en la Otra Campaña. A eso es lo que los estamos invitando: a recuperar esa palabra que cada día nos pisotean y se olvida que se llama dignidad.

Porque nosotros hemos elegido en este 2006 —que es año de elecciones, sí es cierto—, escogimos, elegimos ser dignos. Y la dignidad es, sobre todo, que uno se respete a sí mismo, que uno aprenda a respetar al otro que es como uno, que uno aprenda a hacerse respetar y eso es lo que vamos a hacer nosotros en este movimiento. Nos vamos a imponer a los ricos, que ellos sean los que tengan miedo, que ellos sean los que tengan que no pueden dormir, que ellos tengan la angustia de que qué les va a pasar. Porque durante todos estos años, esa angustia era nuestra y ahora la vamos a cambiar.

Y finalmente, por más que se escondan, por más que digan en los periódicos, en la televisión o en el radio, nosotros somos los que vamos a triunfar, porque tenemos la razón, porque nuestra causa es justa y noble.

No es algo que pasó hace muchos años, es algo que va a pasar ahora y que los estamos invitando a que entren, que tomen su lugar. No se trata de hacer un levantamiento armado, no se trata de ir a otro lado, no se trata de taparse el rostro. Se trata de que aquí donde están se organicen y luchen. Se trata de que su alzamiento sea parte del alzamiento nacional, civil y pacifico. Ahí lo vean, ahí lo piensen y vean si van a entrar junto con nosotros en este movimiento. Ofrecemos el respeto que le damos a todos nuestros compañeros.

A eso los invitamos, compañeros y compañeras: a levantarnos en México, desde abajo y desde la izquierda. Gracias compañeros, gracias compañeras.

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