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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Oct201994

Subcomandante Marcos: sobre la línea dura del gobierno

Entrevista al Subcomandante Insurgente Marcos,

20 de octubre de 1994.

Hermann Bellinghausen, Selva Lacandona, Chis. [LJ, 21-24/x]. En extensa entrevista concedida a La Jornada y otros medios, el subcomandante Marcos analiza la situación que atraviesa el país y presta especial atención a las nuevas propuestas del obispo Samuel Ruiz para la paz, a la respuesta del gobierno federal, al conflicto chiapaneco, y analiza las acciones del ejército federal en torno de la zona que controla el EZLN.

20

I

A la pregunta sobre cómo ve el EZLN las propuestas del obispo Samuel Ruiz y del comisionado Madrazo, el subcomandante Marcos responde:

«La propuesta del comisionado no procede porque el diálogo está roto, y si no hablamos con el gobierno tampoco recibimos propuestas del gobierno. La única propuesta que realmente hemos recibido es la de mediación del señor Ruiz. La ruptura del diálogo se decidió a nivel de comités; la reanudación sólo puede hacerse con la aprobación de todos los comités. Los cuatro puntos de la propuesta se van a someter a consulta. Si todo el Comité decidió romper el diálogo, no fue algo de Marcos, el Comité es el que tiene que canalizar el documento y responder si lo reanuda o no, si se mantiene la tregua o no, o si se mantiene la ruptura y ordena el rompimiento de la tregua».

-¿Algo como lo que se dio después del diálogo en la catedral?

-Sí, pero más selectivo. Ésa es prerrogativa del Comité. No tiene que irse hasta los poblados, se pasa a todos los comités y ellos discuten, o sea que su proceso es tardado; no sé si respondan sí o no, pero lo más seguro es que reaccionen como lo hicieron cuando se dio la ruptura del diálogo. No una respuesta a las palabras que hablan de paz, sino a los hechos. Ellos decidieron romper el diálogo por las señales que ven del gobierno, que son de guerra. Así, aunque vengan propuestas de diálogo siguen los actos de prepotencia militar y política, por lo que no procede la reanudación del diálogo según el Comité, y el hecho es que se adelgaza la tregua.

«Más que hacer propuestas de paz, para reanudar el diálogo el gobierno y la mediación deberían dar señales de que se puede desactivar la beligerancia de las otras partes; no sólo del ejército federal, también de los ganaderos, los comerciantes, los cuerpos policíacos.

«Nosotros pensamos que no lo van a hacer, porque lo que vemos es la incursión sobre Morelia, la reincidencia en vuelos aéreos rasantes sobre la zona franca. Pero un camino para el diálogo implicaría desactivar las amenazas como se desactivaron en enero y febrero, cuando empezaron a hacer acuerdos y finalmente todo quedó en calma; entonces uno dice: ahora me toca hablar. Pero no puedes hablar con un avión encima, con incursiones, desalojos, declaraciones agresivas y amenazas.

«O sea que nosotros vemos más cerca la guerra que la paz. Pero no por nosotros ni porque nos hayamos hecho más radicales, sino porque la guerra parece venir del gobierno. Hay quien ha dicho que la guerra beneficia a alguien del lado del gobierno y está haciendo todo lo posible por provocarla para que la empecemos nosotros. Y si no, están dispuestos a empezarla ellos. ¿Quién? No lo sé, ojalá supiera para traerlo aquí cuando empiecen los cabronazos. No sé a quién puedan servirle estas cosas».

-¿La renuncia de Eduardo Robledo Rincón sería una condición para la reanudación del diálogo?

-No, el diálogo no depende de Robledo, depende de esas señales del gobierno entre las que está el conflicto poselectoral; el problema de Robledo no es con nosotros, él tiene un movimiento civil fuerte en su contra. El problema es que no puedes contestarle a un ejército en armas como le contestas a un partido político, con una concertación. Si vas a hablar de paz tienes que dar señales de paz.

-¿Que interpretación da el EZLN a las recientes maniobras del ejército federal en territorio rebelde?

-Pensamos que el ejército federal quiere presionar al EZ a una negociación con el gobierno de Salinas de Gortari. Según esta lectura, el objetivo de las presiones en los retenes, los vuelos rasantes y las incursiones es intimidar y amenazar con esta argumentación de que hay una línea dura y una línea blanda, y que más nos valdría arreglarnos con la línea blanda, porque si no la línea dura nos va a destrozar. Pero conforme se ha ido deteriorando la situación en el estado vemos que si el objetivo es ése, resulta contraproducente .

«Entonces empezamos a interpretar que existe interés en algún lado por llevar la situación de crisis a su punto límite, y que esas maniobras del ejército federal respondían al interés de provocar una respuesta violenta de los zapatistas. Como si hubiera una fracción en el poder interesada en que se haga más inestable e inmanejable la situación nacional, porque no creo que todavía haya quien se trague que es posible un conflicto localizado en unos cuantos municipios de Chiapas, separándolo de los acontecimientos nacionales.

«El asesinato de Ruiz Massieu revela que hay gente en el partido de Estado, en los grupos de poder, interesada en hacer cada vez más inestable una situación que se pregonaba de transición pacífica del poder. Pensamos que el ejército federal toma parte en este juego de intereses; evidentemente algo le están ofreciendo a cambio de prestarse a este tipo de maniobras, que no responden a la movilidad natural de un ejército que patrulla o que recaba información sobre los enemigos, sino que se trata de acciones militares que ponen en riesgo a las unidades que las hacen. Como si buscaran un choque y no información.

«Los vuelos de reconocimiento son muy cercanos a las montañas, donde lógicamente se emplazan las unidades de fuego antiaéreo, y las patrullas se adentran en terreno que no conocen, que es zapatista, en horas y situaciones geográficas que dificultarían el enlace en caso de que esos destacamentos fueran atacados.

«O nos estamos enfrentando a un mando militar torpe para hacer sus reconocimientos, o se trata de un hecho para provocar ese roce peligroso. Recordamos cómo eran las maniobras antes del asesinato de Colosio. El reconocimiento aéreo era más discreto, más alejado de nuestro territorio, más completo; no es posible hacer movimientos militares en una zona vigilada por vía aérea sin ser detectados a tiempo. Incluso se han dado vuelos sobre las zonas francas de San Miguel y Guadalupe Tepeyac; eso ya es agregar otro elemento para que se dé cuenta de la vigilancia. Antes no era así, se evitaba la zona franca y no se adentraban en el territorio.

«Los sobrevuelos recientes los han realizado aviones perfectamente reconocibles como militares, a baja altura, en horas en que sólo este tipo de aviones pueden volar sin luces en la oscuridad.

«Cuando los compañeros deciden romper el diálogo leen más los hechos como un intento de llevar la situación al límite de la guerra, probablemente calculando que podrían provocar un conflicto localizado y controlarlo, mediante pequeñas acciones de fuego, y todavía poder detenerlo como en enero. Y allí es donde están jugando al aprendiz de brujo, porque si se equivocan y no consiguen un estallamiento localizado, les va a prender y ya no van a poder detenerlos ni ellos ni nosotros».

-¿Cómo ve las recientes propuestas del comisionado Jorge Madrazo?

-Nosotros dejamos de escuchar la palabra del gobierno porque en la práctica era lo contrario; la última propuesta de Madrazo sobre la comisión verificadora y otras cosas ya no las recibimos porque el diálogo estaba roto. Lo que recibimos y estamos estudiando es la propuesta de Samuel Ruiz García para reactivar el diálogo con una nueva comisión de intermediación. Esa propuesta la está analizando el Comité.

«Además, las últimas declaraciones de Madrazo son bastante duras. Las acabo de escuchar por el radio y parecen un ultimátum al Ejército Zapatista. Pareciera que el que está urgido de diálogo es el EZLN y el gobierno pone las condiciones. Si la versión que dan los medios corresponde a lo que dijo Madrazo, aparentemente su declaración es textual, se nos ponen cuatro condiciones para la reanudación del diálogo.

«Primero, que se responda a las denuncias por presiones del EZLN sobre la población civil. Esto es oportunista, porque precisamente días antes nosotros habíamos reconocido esta situación e invitábamos a las organizaciones no gubernamentales y de defensa de los derechos humanos a que hicieran esta investigación. Resulta absurdo que después lo proponga Madrazo.

«La segunda es que se garantice el regreso de los desplazados, siendo que los desplazados son promovidos por las asociaciones ganaderas y por el propio gobierno federal, mediante la promesa de despensa y pago de rentas por abandonar las tierras. Así es que los pequeños propietarios desplazados hacen un gran negocio, porque saben que sus tierras no han sido ocupadas, consiguen la renta del gobierno, y comoquiera vienen a checar a cada rato sus propiedades y a pagar el impuesto de guerra para que no se les invada.

«La tercera demanda del ultimátum de Madrazo al EZLN para reanudar el diálogo es que se les permita a las comunidades de adentro de la zona de conflicto que reciban la ayuda gubernamental. La respuesta está por ejemplo en San Quintín, que está dentro de nuestra zona y ha recibido ayuda del gobierno, en concreto un programa de electrificación en el cual cada casa recibió una celda solar para encender cuatro focos. La gente de San Quintín que pertenece a la CNC y es priista recibe por avioneta mercancías, créditos, ayuda, y nadie lo impide.

«La cuarta demanda de Madrazo es que nos deslindemos públicamente de hechos delictivos en Tapachula y Teopisca. En Tapachula no sé a qué se refiere, y lo de Teopisca se trata de policías judiciales que asaltan la presidencia. Los zapatistas no andan en camionetas Wagoneer. Mejor que explique él cómo pueden entrar encapuchados hasta una guarnición pública sin que nadie haga o diga nada. Lo que nosotros sabemos es que se trata de una jugada entre los ganaderos y judiciales, para que estos últimos pusieran una guarnición en Teopisca. Pero no, no somos nosotros y de cualquier manera no tenemos por qué estar desmintiendo cada una de las cosas que ellos hacen.

«A nosotros no nos urge el diálogo porque vemos que nos hacen un juego doble. Hablan de diálogo, pero dan señales de guerra. En conclusión, el balance que hacemos de Madrazo es difuso, porque no sabemos si se burla de nosotros o si también se están burlando de él, porque no tiene ningún poder, ninguna iniciativa para respaldar lo que ha propuesto.

«Además, otro problema para la reactivación del diálogo es el asesinato de Ruiz Massieu. Los compañeros dicen que cómo se van a sentar a hablar con unos que dicen que respetarán nuestras vidas si no se respetan la vida entre ellos. Los compañeros dicen «No, pues nos van a chingar» [el texto de Bellinghausen sufre aquí un corte; continúa así:] mucho menos podemos hablar de un proceso de paz que signifique reincorporación a la vida civil y política».

-¿Era más tenso el panorama antes del diálogo en la Catedral, o en estos momentos?

-Ahora, ni pensarlo. ¿Cuándo hicimos entonces advertencias sobre movilizaciones y acumulación de tropas en las líneas de despliegue? Pensamos que en febrero el gobierno quería la paz y en octubre el gobierno quiere la guerra.

II

En medio de la soledad que circunda Aguascalientes y el silencio vespertino que sólo rompen los chasquidos de la lona extendida, el subcomandante Marcos, con un contradictorio R-15 sobre los muslos, dice a las grabadoras que giran sus torpes cintas:

«Nosotros hemos insistido en que estamos por la solución política y pacífica del conflicto. No rompemos el diálogo para reiniciar las hostilidades sino para señalar una situación específica en contra de nosotros, y para señalar que el diálogo está empantanado.»

La tarde soleada se desliza en el lodo nuevamente endurecido. Al centro de la explanada vacía de Aguascalientes, un puñado de sillas iluminadas de luz azul por la vela de lona parecen ausentes de todo sobresalto. Y dice Marcos:

«Ahorita, la imagen que nos da el gobierno federal es la de una veleta en medio de una tormenta».

Respecto al reciente boletín de la Secretaría de la Defensa Nacional, que desmiente las acciones que los zapatistas han acusado y les devuelve el tratamiento de «transgresores de la ley», el subcomandante Marcos reflexiona:

«El titular de la Sedena, general Riviello Bazán, acababa de declarar días antes que el EZLN debería desarmarse y convertirse en fuerza política para encauzar sus demandas, y ahora somos otra vez transgresores. Esto es absurdo. ¿Cómo les vas a decir a unos transgresores de la ley que se hagan fuerza política? No hay coherencia en este discurso, es como si le dijeras al Cártel del Golfo que se haga partido político. O nos dan trato de delincuentes o nos dan trato de organización con legítimas demandas políticas. No podemos recibir señales tan contradictorias.

«¿Cómo explica el ejército federal esa doble posición? Además, en uno de sus comunicados dice refrendar su voluntad para una solución política del conflicto, y ahora termina diciendo que el ejército federal sigue acatando las órdenes del Ejecutivo, o sea, que ya no tiene ninguna voluntad de solución pacífica. Hay una hipocresía en el discurso, o más bien una incongruencia, no puedes proponerle a alguien diálogo si lo tratas de delincuente. Si es delincuente te lo tienes que chingar, y si es alguien legítimo, pues le tienes que dar un trato legítimo. No puede ser que el comisionado, que es parte del gobierno federal, te llame a negociar, y la Sedena, que también es parte del gobierno federal, te diga transgresor de la ley.

«Nosotros pensamos que eso responde a una lucha al interior del gobierno. Como que una parte del gobierno quiere que haya guerra y otra un arreglo político».

-¿Estamos hablando de una línea dura dentro del Ejército?

-Bueno, la Defensa Nacional siempre ha estado por la línea dura. Ni quien dude que ahí están por la solución militar, pero antes matizaban. De hecho, que el general Riviello Bazán dijera «Que se desarmen y se hagan fuerza política» era indicativo de una manera de resolver el problema, pero era también un ultimátum, aunque más político.

Ya después amainarán los aires, pero mientras el entrevistado comenta los esfuerzos del mediador Samuel Ruiz y su nueva propuesta, la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), sobre nosotros da fuertes tirones la lona que nos cobija.

-Del trabajo del obispo Samuel Ruiz García vemos que durante el periodo posterior a las pláticas de San Cristóbal, estuvo bajo muchas presiones, y no precisamente zapatistas, sino que tenían que ver con las pugnas al interior de la Iglesia, del gobierno y las derivadas de la situación local, que le restaban libertad para encauzar el conflicto.

«A mi manera de ver, tanto él como Camacho pensaron que las pláticas habían sido suficientes y que la firma era un trámite del EZLN, un trámite democrático pero trámite a fin de cuentas, que consistía en conculcar a la gente, que acordaría firmar la paz.

«Así que no se prepararon para otra cosa ni se esforzaron en amarrar el diálogo. No consideraron la posibilidad de un «No» o la ruptura del cese al fuego; en fin, que podían pasar muchas cosas y había que garantizar que el esfuerzo continuara. Después del «No» ya no hay otra iniciativa de algún lado y el diálogo termina. Se reactiva en agosto, pero no por iniciativa del mediador ni del comisionado, sino nuestra; había que ponerse de acuerdo para las elecciones. Hubo ceguera histórica más bien. Ningún proceso de paz en el mundo ha sido tan rápido y espectacular como ellos anunciaron.

«Total, que después vimos muy solo al mediador, en una situación de expectativa nacional y en algunos casos internacional siendo él un personaje local y con muchas cadenas, empezando porque pertenece a una institución tan rígida como la iglesia católica, y en un horizonte político tan viciado como el chiapaneco.

«En cuanto a la Conai, desde el principio insistimos en que debía ser plural. En aquel momento hubo oposición tanto del obispo como de Camacho, y el diálogo de San Cristóbal arranca sólo con ellos y nosotros. Aceptamos porque nos presionaba la sociedad civil para que habláramos ya.

«Después del «No» a las propuestas del gobierno insistimos en ampliar la mediación, pero como no esperaban el fracaso del diálogo de San Cristóbal, no tenían preparada otra cosa. Después, cuando se reconoce a Jorge Madrazo, insistimos con Samuel en que, mientras se aclaraba el panorama electoral, podía seguir él solo, pero que había que incorporar a otras personalidades.

«El que ahora se presente una comisión nacional realmente colectiva es un avance pero pienso que el problema va a venir del gobierno federal, porque a ellos no les conviene una comisión con personalidades. De hecho, la respuesta inmediata de Salinas y Madrazo a la ruptura es la insistencia en un diálogo directo; es decir, echar a un lado la intermediación. Me parece que Madrazo ha insistido en el diálogo directo porque el trabajo de la mediación anterior no causó mucho beneplácito del lado gubernamental, entre otras cosas porque se decía que don Samuel no era realmente neutral. Nosotros decimos que estaba tan en medio que dejaba insatisfechas a las dos partes».

-¿Cómo ven a las personalidades propuestas para la nueva Comisión?

-Acabamos de recibir la propuesta, conocemos a algunos de ellos y pensamos que son gente honesta, que ha insistido en que la solución política es la única posible. Pero el problema, repito, no es la mediación, sino que las partes muestren voluntad de diálogo, no sólo de palabra».

-El CCRI evalúa en estos momentos la propuesta de mediación. Independientemente de lo que el Comité resuelva, ¿cual es la postura de los zapatistas al proceso de pacificación?

-Nosotros -responde Marcos– hemos insistido en que estamos por la solución política y pacífica del conflicto. No rompimos el diálogo para reanudar hostilidades, sino para señalar una situación específica en contra de nosotros, y para demostrar que el diálogo está empantanado, porque no hemos recibido propuestas aceptables para reanudarlo».

Para irnos entendiendo, el subcomandante Marcos responde a la pregunta de una reportera, quien lo interroga sobre la evaluación que él hace del proceso de diálogo con el gobierno federal desde enero hasta finales de octubre.

-En un primer momento se trata de lograr que una fuerza que se levanta en armas contra el gobierno decida suspender la vía armada y hable con su enemigo en un país con tanta tradición de traiciones. Esa etapa le toca a Manuel Camacho, y se caracteriza por una serie de señales encaminadas a desactivar la beligerancia de ambas partes para aflojar los puntos conflictivos. Disminuyen las movilizaciones de los dos ejércitos. Ellos liberan a nuestros presos y nosotros liberamos a Absalón Castellanos. Se reducen los vuelos de vigilancia, reducimos el movimiento de nuestras tropas y desembocamos en el diálogo de la Catedral.

«El primer logro es que dos fuerzas enfrentadas a muerte se sienten a hablar y escuchar. Camacho insiste en que nuestra lucha es local e indígena. Nosotros insistimos en el carácter nacional de nuestras demandas, y llegamos a los dos puntos del pronunciamiento que hace el comisionado respecto a las demandas nacionales, que en realidad eran más, y la respuesta al pliego de demandas, los 32 puntos, referidos únicamente a la situación indígena local, a veces sólo en relación a la población indígena en los municipios en conflicto.

«La siguiente etapa es la consulta a nuestras bases, y aquí se desactiva más la belicosidad, porque debemos replegar a todas nuestras tropas para que hagan la consulta en sus comunidades. El ejército federal afloja más aún su presencia en los retenes; se da una cierta confianza en que la otra parte no va a hacer nada. Según sabemos, los servicios de inteligencia militar del ejército federal detectan el repliegue de nuestras tropas a sus pueblos y que no amenazamos con reactivar el conflicto. Los retenes se limitan al trasiego de armas, no hay detenciones y los vuelos de reconocimiento siguen haciéndose de día y de noche, pero muy separados de nuestras posiciones.

«Luego viene el asesinato de Colosio. Esperamos entonces un endurecimiento militar, pero no ocurre así. Aumentan los vuelos y refuerzan sus posiciones, sin aumentar tropas. Digamos que el problema se queda en lo político, y quienes endurecen sus actitudes son los ganaderos, los coletos y los grupos reaccionarios.

«Reactivamos el proceso de consulta, que desemboca en el «No». Desde que salimos de la Catedral no hicimos contacto con el mediador hasta el mes de mayo; en aquel encuentro acordamos reanudar la consulta, suspendida desde el asesinato de Colosio. El contacto por correspondencia había insistido en desactivar por ambos lados la beligerancia.

«Cuando llega el «No» de los zapatistas el 10 de junio, empieza un estira y afloja en el grupo en el poder sobre si habían fracasado las negociaciones. Renuncia Camacho y decidimos ya no hablar con el gobierno, sino con el pueblo de México, y llamamos a la Convención Nacional Democrática».

-¿No se rompe el diálogo en ese momento?

-No. El Comité lo valoró como el fin de una etapa que llevó a propuestas que nos parecían insatisfactorias. Pensamos que la nueva etapa era la de un diálogo nacional. Con la intención de hacer a un lado la lucha armada y el protagonismo del EZLN, nos dirigimos a la sociedad para que tomara un papel protagónico y pacífico. Quedaba pendiente un problema: las elecciones del 21 de agosto. Una cosa era detener la beligerancia y otra abrir nuestro territorio para las elecciones.

«El gobierno federal se ve obligado a reabrir el diálogo y nombra a Madrazo. Nosotros lo reconocimos con el objetivo de negociar la entrada de las elecciones al territorio rebelde. Mediante correspondencia, van y vienen propuestas y contrapropuestas delIFE y la Comisión Estatal Electoral. Las elecciones se hacen como nosotros pensamos que debían ser en todo el país, es decir, bajo responsabilidad de personalidades de la sociedad civil. Las irregularidades son inexistentes.

«Viene una nueva situación nacional. Mientras se habla de un triunfo incuestionable del Partido Revolucionario Institucional a nivel nacional, en el estado de Chiapas abundan irregularidades, pero se da poco margen a la presentación de impugnaciones. Se genera descontento contra Robledo. Paralelamente, aunque se hace aparecer que el triunfo del PRI es legítimo, a partir del 22 de agosto aumenta el número tropas, bajo un supuesto relevo, pero nadie sale. Refuerzan primero las posiciones externas, en los cuarteles de Tapachula, Arriaga, Tonalá, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa y Tenosique, y hasta en Cintalapa y otras partes. Luego viene un refuerzo técnico con blindados y armamento para la infantería, sobre todo cohetes tierra‑tierra que el ejército federal usa para combate urbano y contra fortificaciones (edificios y trincheras de piedra). Esto ya no es defensivo, sino para avanzar. Nadie acumula tanta tropa para estacionarla. Causa más problemas así que moviéndola.

«Nosotros lo interpretamos como un temor a la efervescencia afuera y a la previsión de un estallamiento. Se incrementan los patrullajes dentro del territorio zapatista, en plan de provocación, pues son columnas que, de ser emboscadas, no podrían recibir apoyo; prácticamente las sacrificaban si había choques.

«Todo esto coincide con las declaraciones de Salinas el 12 de septiembre respecto a la legalidad. Esa misma noche vienen sobrevuelos muy agresivos, que siguen en los días posteriores.

«El comisionado Madrazo sigue insistiendo en un contacto personal para la reactivación del diálogo, pero sin agenda. Los compañeros del Comité me dicen «Bueno, sí, pero de qué vamos a hablar. Si es lo mismo de San Cristóbal no tiene caso, ya se acabó, deben ofrecer propuestas nuevas».

«Yo le advertí a Madrazo en una misiva que las señales que recibíamos eran de guerra. Él sólo dijo que el gobierno reafirmaba su voluntad de diálogo; fue entonces cuando sacamos los comunicados que denunciaban la situación; él contestó que faltaban datos concretos. Total, que dimos fechas, horas y lugares, y él volvió a contestar que había voluntad de diálogo y que iba a investigar. Los compañeros del Comité sólo veían los vuelos y el endurecimiento en los retenes. En ese momento deciden la ruptura, porque no puede ser que Madrazo hable de diálogo y en el cielo estén los aviones.

«Ahí decidimos avisarle a la Convención, que atraviesa los problemas que conocemos, y tomamos la decisión de ruptura sin consultarla, pues no teníamos mecanismos para resolver esa situación. La CND no había vuelto a reunirse, había tomado resolutivos muy generales, no estaba claro qué podía hacer. Decidimos romper el diálogo para llamar la atención sobre el hecho de que la guerra se venía, y no por nosotros».

El subcomandante Marcos pasa entonces a revisar la situación actual del país, donde la descomposición da paso, según él, a nuevas incertidumbres.

III

Acompañado por un silencioso comandante Tacho que debe estárselas viendo negras bajo su pasamontañas de lana en el cálido anochecer, así sea a la sombra, el subcomandante Marcos elabora un análisis sobre la actual coyuntura nacional. De vocero de un grupo armado casi suicida, a pertinaz comentarista político y escritor de méritos por algunos discutidos y por otros ensalzados, Marcos ganó hace meses una interlocución que otros creen merecer más porque son importantes, se consideran menos «aislados», hicieron mejores estudios universitarios o simplemente se mueven dentro de márgenes aceptables de legalidad en este país de las mordidas (y últimamente de las tarascadas).

-En la última ofensiva de medios -considera- el gobierno, más que mantener el control, quiere aparentar que lo tiene, que puede dirigir, que sabe lo que va a pasar.

«Lo que cuenta son las apariencias» dirá aquí y más tarde, cuando hable de eventuales escenarios de guerra. Gana el que aparenta que ganó:

-Como el gobierno no da soluciones de fondo para mantener el control, el 23 de marzo le vuelve a reventar el primero de enero, y luego el 28 de septiembre con el asesinato de Ruiz Massieu. El problema es que para resolver a fondo las cosas se necesitaría liquidar al partido de Estado; sería la única forma de recuperar el control. Como eso no es posible porque está en su esencia misma, debe aparentar. La mayor mentira después de diciembre de 1993, cuando el gobierno dice que todo va bien, es el 21 de agosto. Pero si después de diciembre de 93 siguió enero de 94, después de agosto siguió septiembre, con todo lo que ocurrió. Acabo de leer unas declaraciones de Salinas que me pusieron a temblar; en ellas asegura que el cambio de gobierno va a ser pacífico; quiere decir que va a pasar algo de un momento a otro, porque lo mismo había dicho cuando mataron a Ruiz Massieu, y cuando mataron a Colosio, y dijo una peor en diciembre de 1993: que el país se encaminaba al Primer Mundo.

«Lo que vemos, más que una guerra militar, es una guerra contra los medios (no que les pongan bombas o los ataquen; no lo descarto), sobre todo por el control de los medios. Es un parche que les va a volver a reventar. El primero de diciembre de 1994 está más lejos ahora en octubre de lo que estaba el primero de enero, cuando todavía faltaba pasar el 21 de agosto; ahorita se ve como si el primero de diciembre pudiera no llegar, y no por el EZ ni por los movimientos sociales ni por el descontento ante el fraude electoral. ¿Cómo, a pesar de la supuesta legitimidad de las elecciones, viene esta crisis, y todo el mundo especula si Zedillo podrá tomar posesión o no? ¿Cómo, después de esa votación de 17 millones, se cuestiona lo que en 1988, con una votación inferior, no se cuestionaba? Ahora, cuando se suponen mayores la legitimidad y el apoyo, hay más dudas. Pienso que ciertos sectores del gobierno empiezan a darse cuenta de que es un espejismo que podría no resultar. El asesinato contra Ruiz Massieu y las investigaciones posteriores rumbo a Tamaulipas, que al parecer apuntan a otro lado, son resultado de este débil parto de la legalidad el 21 de agosto.»

-La insistencia oficial en regionalizar e indianizar el alzamiento zapatista alimenta otras contradicciones y paradojas. Por su parte, el EZLN ha enfatizado en recientes comunicados el carácter nacional de su movimiento. ¿Qué visión del país tienen los zapatistas, o al menos Marcos, después del asesinato contra el secretario general de PRI?

-Desde mayo advertíamos sobre el interés del gobierno en la legitimidad, y que en ese sentido la tregua era para recuperar el 21 de agosto lo que habían perdido el 6 de julio de 1988. La distensión previa a las elecciones, donde se inscribe la CND al permitirla y favorecerla, era con el objetivo de cumplir ese proyecto de legitimidad. Según ellos, después del 21 de agosto ese proceso queda cumplido, y ya puede decidirse qué hacer con el levantamiento de Chiapas. Las presiones que nos dirigen a través de Madrazo se empatan con las que hacía Camacho; ni siquiera aceptan que sea un problema de los indígenas; era un problema de los indígenas de Chiapas, que en efecto habían sufrido una serie de arbitrariedades que debían resolverse.

«Pero habiendo todos los elementos para desactivar el conflicto y quitarle cualquier argumento político al EZLN para seguir en armas, imponen a Robledo, lanzan los desalojos a las tomas de tierras en vez de privilegiar la negociación para proseguir con el diálogo, se vuelven más agresivos los movimientos militares y se enfrascan los priistas en un ajuste de cuentas interno que les impide aprovechar la legitimidad del 21 de agosto, y abren la puerta a la crisis que padece el partido de Estado.

«Dicho de otra forma, los grupos que hicieron posibles los 17 millones de votos están pasando la factura a Salinas o a Zedillo, y de pronto resulta que no tienen fondos políticos para pagarlas y hay que reacomodarlo todo. Por una u otra causa, Chiapas y elEZLN son elementos importantes en este ajuste de cuentas interno. Entonces, tanto desactivar el conflicto como hacerlo explotar sirve a unos u otros. Unos dicen que el conflicto no debe amarrarse al problema de Robledo, sino inscribirse en una solución nacional respecto al reparto agrario y el problema indígena, sacándolos del deterioro nacional. Otros insisten en circunscribir todo al aspecto local, y sólo las demandas sociales fuera de las demandas políticas y dentro de los límites de la lucha de ciertos indígenas.

«Por eso dejamos claro que tanto la paz como la guerra en Chiapas no significarían una solución local. Todo este tiempo, paralelamente a la CND, el EZLN ha tenido contacto con otros grupos, en otras partes de la República, a los que el 21 de agosto convenció de que la vía electoral no es el camino, que la lucha armada es necesaria y que el EZLN demuestra que es posible. El resultado de las elecciones representa una frustración para los sectores más desposeídos, una frustración respecto a las movilizaciones pacíficas, que puede ser también una traba para la defensa del voto y para otras movilizaciones grandes, y que el esfuerzo debe ir por la lucha violenta.

«La imagen que nos da ahora el país es de un gran hervor social subterráneo; sabemos que ya está saltando, que hay choques con guerrilla en diversos estados, pero que el Estado ha sido muy cuidadoso en manejarlos como narcotráfico o bandidaje. Según informes que tenemos, se trata de grupos guerrilleros que operan militarmente. La línea que separa el terrorismo de la lucha revolucionaria es muy tenue. Tiene que ver con quién es el enemigo y cómo es caracterizado. «

-O sea, según esto, la gobernabilidad también tendría que ver con las apariencias. Y luego, ¿qué son y qué parecen para los zapatistas el PRI y su triunfo electoral?

-El PRI se equivoca al apostarle a que puede simular otra vez que controla el país, simular que su permanencia al frente del Estado significa estabilidad, bienestar, gobernabilidad, aunque la realidad del partido diga lo contrario. Todo lo que está sucediendo ahora es lo que recuerdo que iba a pasar si ganaba Cárdenas; Cárdenas no debía ganar porque habría presiones, asesinatos. Pero gana el PRI, deja muy atrás a sus opositores, y empiezan a ocurrir las cosas que esperaban al gobierno de oposición.

«La apuesta era que, si Cárdenas ganaba, el paso del 21 de agosto al primero de diciembre iba a ser para desestabilizar e impedir la transmisión del poder. Decían: «Si el 21 de agosto es cardenista, el primero de diciembre no llegará nunca». El 21 de agosto fue priista y el primero de diciembre está muy lejos todavía.

«El accionar militar o político de la oposición no ha llegado a ser suficiente para romper el cerco informativo que padece todo el país. Nosotros pensamos que en ciertos sectores sociales, los más cercanos a los medios de comunicación, el 21 de agosto provocó frustración e inmovilidad, con la falacia de que este pueblo es priista y no tiene posibilidad de cambio; viene otra vez la lógica neoliberal y cada quien a lo suyo, a rascarse con sus uñas abandonando proyectos colectivos o de largo plazo, porque la lucha por la democracia en México es una utopía.

«Nosotros no pensamos que eso mismo ocurrió en los sectores más desposeídos. Estoy hablando de indígenas, de campesinos sin tierra y obreros agrícolas, y falta ver la reacción del sector obrero a ese premio de 4 por ciento.

«Los sectores medios encuentran en la televisión un espejo donde reflejan su frustración y dicen «Bueno, sí, así es»; pero nadie se aventura a pensar que el fraude en sí es de tal naturaleza que incluso pone en duda el triunfo de Zedillo. Sectores que antes eran muy radicales aceptan que hubo fraude, pero no tanto como para cambiar los resultados de la elección presidencial; sólo se altera la proporción de diputados y senadores. En el mejor de los casos, concluyen que ni modo, se trata de algo gradual, más espaciado, y es ahí donde esos sectores se muestran mal preparados para un proceso a largo plazo, suponiendo que sea lo que procede.

«Entonces, distinguiríamos dos Méxicos cercanos al tránsito a la democracia: el México de en medio y de abajo, que estaría frustrado, y el México de hasta abajo, del sótano, que estaría volviendo la cabeza hacia la vía violenta, apostando a un movimiento espontáneo o con mínima organización para salir adelante.

«¿En qué medida tendrá esto efecto para que no se convierta en algo desarticulado? -se pregunta Marcos, y se responde- En la medida que pueda generarse un movimiento más grande de dirección (porque dirigir es controlar, articular, encauzar) que el apostado en agosto (y que para nosotros era y sigue siendo la CND, nada más que está metida en una mecánica muy desgastante, de ajuste de cuentas interno, que temíamos desde el principio, y la separa de sus definiciones fundamentales), lo que vemos a nivel nacional, no sólo en el gobierno, también en sectores progresistas, es el engaño de valorar a Chiapas como un problema localizado, tanto de paz como de guerra. Pero se van a equivocar, y en una situación de guerra esta equivocación tendría un elevado costo social.»

Las alarmantes conclusiones del EZLN, que ya alarmaron al país el 1 de enero, conducen a Marcos a la virtual certidumbre de que para muchos desposeídos, independientemente del ejército zapatista, la opción armada gana prestigio, conclusión de suyo preocupante.

-En la medida en que se acerque la toma de posesión de Zedillo, si no se articula un movimiento pacífico de resistencia civil, de gente que crea en ello y lo lleve adelante, los ajustes de cuentas de justicia popular, las Fuenteovejuna que fueron apareciendo a lo largo del año en todo el país, las conocidas y las que se niegan, serán más y más frecuentes, al grado de hacerse incontrolables en términos militares.

«Al gobierno no le interesa tanto ganar la guerra como aparentar que la gana y que controla al país. Si consigue aparentar que los conflictos violentos que se están dando no responden al descontento político, entonces irá ganando, porque la única rebeldía violenta por cuestiones políticas será la del EZLN, reconocida en Chiapas, y a ésta se le puede mantener en cauce o aniquilar. Aunque el gobierno tenga un problema nacional, militarmente hablando, podrá decir en términos de prensa que la cosa está resuelta. El problema es que un movimiento nacional tan desarticulado provoca criterios muy locales para decidir las acciones militares.»

La noche cae y el rollo no se acaba. Para mayor fatiga de la magnetofonía y la estenografía, ahora la noche de la entrevista coincide con la luna llena, así que la vasta lona azul arroja sombras pardas caprichosas.

En cierto modo no hace falta, pero el subcomandante Marcos pide que se encienda el discreto alumbrado de Aguascalientes. En la semipenumbra silenciosa, ya sin rastros de viento, la paz del ambiente contrasta con las declaraciones tremendas del encapuchado de negro.

La «ley de la selva», opina Marcos, es más racional que la ley del orden que tiene el PRI.

Sin que sea tan tarde, continúa, viene a cuento una cita del Libro de Manuel, del que te dije: «Algo como una cuenta al revés empezaba a gotear lentamente sus cifras en los nervios».

IV

Según el subcomandante Marcos, el EZLN pretende «contaminar lo más que se pueda al país, no en el sentido de que todos agarren las armas sino en esta lucha por la libertad, la democracia y la justicia, en el entendido de que cada quien con su fuerza y en su medio puede hacer algo si está incluido en un movimiento mayor».

El EZLN, a diferencia de muchas guerrillas tradicionales, dice el subcomandante Marcos, es «un ejército político». Eso explica que a los diez meses de su alzamiento no haya retomado la beligerancia y sí, en cambio, estableció diálogo o debate con partidos políticos, organizaciones civiles, ciudadanos varios y hasta el gobierno federal.

En el amplio análisis que hace bajo la lona quieta de Aguascalientes, deja claro que tanto él como el CCRI ven al país en crisis.

-¿Sería igual esta crisis en caso de que las elecciones hubieran favorecido a Diego Fernández de Cevallos o a Cuauhtémoc Cárdenas?

-Sí, nosotros acertábamos al decir que la crisis sólo podría superarse con un gobierno de amplia alianza que regule el tránsito a la democracia y lo haga menos doloroso. Cualquiera de las situaciones en que nos hallamos derivan de esta inestabilidad. Nadie está seguro de quién manda en el país, quién toma las decisiones. Si antes se decía: no, pues el Presidente de la República, ahora podría ser que las decisiones las tome la embajada de cualquier país al norte del río Bravo, o cualquier narcotraficante. La crisis también obedece a una incapacidad para gobernar. El triunfo de Cárdenas o Fernández de Cevallos hubiera desembocado en lo mismo tal vez, pero el único partido que ofreció que no sucedería lo que está sucediendo fue el PRI.

-Después del 21 de agosto, ¿siguen creyendo ustedes en la vía electoral como vía para un tránsito pacífico?

-Nosotros nunca creímos en la vía electoral, no en estas condiciones. Cuando el EZ se alza no demanda un proceso electoral limpio sino un gobierno de transición que garantice un proceso electoral limpio. Las elecciones deben organizarse en un nuevo espacio, en una relación en equilibrio, con igualdad de oportunidades para acceder a los medios. Se necesitan nuevas reglas de relación política en un juego democrático; ahí sí podría ganar cualquier partido y la gente vería innecesario un movimiento armado.

-Ustedes se hicieron a un lado para las elecciones. ¿Ahora dicen que se hagan a un lado los partidos?

-Creemos en la necesidad de nuevas formas políticas, pero tenemos la limitación de estar armados, somos ilegales. Representamos una opción, sí, pero la más radical, la última, y sabemos, porque conocemos nuestra historia, que hoy se están cancelando otras vías, menos la que lleva a la lucha armada.

«Nos dimos cuenta de que no podíamos ponernos en contra del pueblo por el que decíamos luchar. Decimos querer democracia, justicia y libertad para todos, pero la gente nos dice «No queremos guerra, queremos probar el tránsito pacífico». Nosotros no podíamos imponer la guerra. Bah, podemos, pero sería la misma imbecilidad que hacen otros, aunque no lo sea en términos militares. Cuando vemos esta situación decimos no, tampoco podemos irnos así, hacernos a un lado y esperar los cabronazos. Si estamos leyendo lo que pasa en la sociedad tenemos que decirles que está bien, que vale la pena el esfuerzo y estamos dispuestos a aceptar que nos equivocamos, que sí había otro camino. Ese otro camino era la Convención.

«Pensamos en un movimiento nuevo, no que se plantee la toma del poder, la permanencia en el poder y esas cosas, sino nuevo para hacer el cambio previo al cambio, la antesala del movimiento democrático. Y dijimos que debía ser un movimiento amplio, plural, democrático, una especie de frente cuyo objetivo sea lograr ese tránsito. Luego, si ese frente deviene partido, o se divide y hunde, ya es otra cosa, no importa. Por eso dijimos «Nos hacemos a un lado, pero no nos vamos». Pasó agosto, estamos en octubre y vemos que el EZLN crece como alternativa no de prestigio moral, sino en número. Esto no es bueno, porque significa el cierre de la otra vía, a la que le cortaron las alas. En agosto dijimos «Si los partidos políticos ofrecen el cambio, está bien, démosles la oportunidad», pero ya se vio que no pudieron. Es cierto que se necesita un movimiento más amplio, en el que tiene que ver la lucha armada. Y ahora decimos a los partidos políticos que se hagan a un lado, tiene que ir adelante otra organización, no digo que el EZLN, pero sí la CND.

«Voy a poner un ejemplo: ahora, en el país, la zona con mayor efervescencia civil pacífica es Chiapas, y eso porque tiene la guerra a un lado, no la ven de lejos. Y en ningún otro lugar del país los partidos son tan débiles como en Chiapas. Aquí no existe elPAN ni el PRD ni el PT. Aquí se señala un hecho: donde los partidos políticos son fuertes no hay movilizaciones; donde están débiles es donde hay más posibilidades de evitar la guerra. Es decir, si el resto del país se movilizara como Chiapas, todos dirían: para qué me voy a la montaña si puedo presionar tomando carreteras, sin matar a nadie. Aquí estas acciones, sin ser tan pacíficas, no llegan al extremo absurdo de la guerra. Ahí se está marcando una realidad.

«El problema es que la sociedad civil sin partido no tiene disciplina ni organización ni seguimiento. Reacciona ante problemas concretos, limitados. Y es ahí donde se comen a los partidos políticos, porque ellos ven a largo plazo, quieren el poder. Según nosotros, esta dispersión de la sociedad civil progresista podría resolverse y agarrar coherencia, dirección, en la CND, en una forma nueva de actuar, tan nueva como no hacer nada sin preguntarle a la gente si está de acuerdo. Parece lógico pero nadie lo hace, y la CND, cuando se fue de aquí el 9 de agosto, tampoco lo hizo. Y es cuando reacciona el EZLN y les dice que miren hacia abajo, tienen que voltear el mundo de cabeza y poner arriba a los que están abajo. Nosotros así nacimos como organización. Por eso Tacho decía el otro día «Ustedes van a batallar menos porque no son clandestinos, son legales, pueden crecer más rápido». Quizá nos equivocamos al creer que la CND puede organizar a los sin partido, y si todo fracasa, los partidos políticos regresarán diciendo «Ya ven, se necesitan los cuadros, la estructura, la lucha por el poder, el programa partidario»».

Crean o no los zapatistas en las elecciones, sigue la ronda de urnas y pronto habrá comicios, que se esperan competidos, en Tabasco, y elecciones municipales en Veracruz, donde el PRD es ya segunda fuerza política.

-Ante la posibilidad de un triunfo reconocido o no, de Andrés López Obrador en Tabasco y el progreso de la lucha por la gubernatura en Chiapas, ¿cuál es la postura del EZLN?

-Contaminar lo más que se pueda al país, no en el sentido de que todos agarren las armas sino en esta lucha por la libertad, la democracia y la justicia, en el entendido de que cada quien en sus fuerzas y en su medio puede hacer algo, si está incluido en un movimiento mayor. Nosotros vemos este proceso de acumulación de fuerzas con esta valoración: las cosas están ocurriendo muy rápido, y cada vez más el EZLN es buscado por más sectores para que diga, se pronuncie o haga algo que permita volver efectivo el para todos todo, para nosotros nada. Sería ya muy difícil que la población aceptara que el ejército zapatista resuelva «Bueno, nos guardamos y vamos a esperar que se junte gente en otros lados», sobre todo la efervescencia por venir en Guerrero, Puebla y Veracruz, y en Tabasco, que está en una situación muy difícil: el PRI dice que todas sus encuestas revelan que va a arrollar; ya sabemos lo que significa eso, y Tabasco está muy cerca de Chiapas; entonces, ¿qué va a hacer la gente? Voltear hacia acá. Eso no quiere decir que volteen a ver al EZLN, sino al movimiento de resistencia civil. Nosotros vemos que todo va para arriba y que la dirección del EZLN va a tener que cumplir su trabajo, como lo hizo en los años pasados y en los diez meses últimos, para que no se pierda todo esto. Ahora estamos en la ruptura del diálogo, en ver si se puede reactivar, y es ahí donde el Comité deberá ver qué vamos a hacer. Lo que el Comité ya dijo claramente es que Robledo no, ahí no habrá para dónde hacerse, y todo parece indicar que el gobierno va por Robledo hasta lo último.

-¿Y si sostienen a Robledo hasta el final? ¿Eso modificaría el panorama?

-Sí, definitivamente. Pero el Comité no batalla. Para la cuestión nacional está la CND; la Convención es nuestro referente. Ahora, si la CND se va a la mierda, entonces ya tendríamos que valorar la situación nacional con nuestros propios elementos, como en diciembre de 1993. Pero el Comité ya dijo que Chiapas no está a discusión, y aquí sí la población civil es radical, hablan de que Avendaño ganó y ése es el que tiene que quedar».

Haciendo una pausa, el subcomandante Marcos se levanta de su silla y camina hacia lo oscurito. Cada quien tiene su manera de tomarse un respiro, antes de sumergirse de nuevo en la conversación.

-¿Ven ustedes señales de una expansión real del movimiento civil chiapaneco?

-Habría que esperar qué pasa en Tabasco y Veracruz para calar eso. Habría que esperar también que se defina el movimiento por la anulación de las elecciones aquí.

«Veo con esperanza que se abandone la actitud del resto del país, de ver a Chiapas como un país centroamericano con el que hay que tener solidaridad y enviarle ayuda. A Chiapas hay que verlo como una parte de la nación, así como vieron al movimiento navista, con la expectativa de que se generalizara. Ésa es la esperanza que nosotros tenemos. Veracruz y Tabasco pueden ser indicativos».

-En cuanto al conflicto electoral chiapaneco, ¿cual es la postura del EZLN?

-Nosotros decimos que Robledo no puede gobernar, sino quien ganó las elecciones: Amado Avendaño Figueroa.

-¿Y la Convención Nacional Democrática?

-Lo que vimos con el Comité es que si la Convención entiende que su viaje es a largo plazo y se prepara para eso, tiene una buena oportunidad. Si no se convierte en una organización coyuntural, ayer para el 21 de agosto y ahora para el primero de diciembre, puede hacerla.

-¿Cómo ve el EZLN el movimiento social campesino de Chiapas?

-A diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, aquí sí hay un movimiento organizado que levanta las demandas del EZLN pero no por las armas. En enero, el gobierno apostó por que el CEOIC fuera cabeza de playa de la contrainsurgencia y disputara la base social al EZLN, pero se le volteó porque el gobierno no sabía qué pasaba en el campo chiapaneco. A lo largo del año, el CEOIC, en lugar de irse desgastando como ellos esperaban, se hizo zapatista. Se volvió más homogéneo, más fuerte, se depuró en vísperas de la Convención y llegó a las elecciones con un plan de defensa del voto y de insurgencia civil.

«El CEOIC, como la fuerza civil más importante de la sociedad chiapaneca, pudo calar el fraude, la naturaleza del fraude, y los recursos que usó el gobierno. El CEOIC sí llegó el 22 de agosto sabiendo qué había pasado, lo que no hizo ningún partido político a nivel nacional. Entonces se articula, primero de manera suelta, y luego ya con un plan de actividades de grupos ciudadanos en torno del CEOIC. Ahí sí vemos un zapatismo que lucha por la democracia, la libertad y la justicia, civil, pacífico. Vemos la posibilidad de hacer innecesarias las armas, aunque ellos mismos dicen que ese auge, ese despertar, es porque existe un grupo armado».

-Pero ya había un avance de los movimientos indígenas, tal vez no tanto en Chiapas…

-Sí, lo había en Chiapas, pero estaba muy dividido. Los principales movimientos, de 1992 a la fecha, estaban muy dispersos. Por un lado CEOIC, por otro OCEZ, UCI…

-Xi’Nich. . .

-Y a cada rato se separaban. En 1994 se presenta un movimiento articulado, homogéneo, y organizaciones que nunca antes se hubieran dirigido la palabra ahora se sientan juntas y deciden acciones.

-¿Ellos bastarían para conjurar la guerra?

-No, ellos dicen que son posibles porque hay un grupo armado, no accionante pero que existe. Eso permite que su gente pueda probar si se puede una cosa o la otra; si una no resulta, entonces la otra. No al grado de anular al grupo armado, pero sí de hacerlo innecesario. Es decir, podrían meter el proceso de guerra en un congelamiento a largo plazo, mientras se mantenga esa agitación. Lo vimos en las movilizaciones de septiembre y octubre: la base de ese movimiento es zapatista; no armada, pero sus planteamientos son zapatistas.

-En esto, ¿el ejército zapatista ve la concreción de un cambio a partir de enero?

-Sí, nosotros pensamos que lo que ocurre ya hizo que valiera la pena la sangre derramada en enero. En el balance regional, lo que está pasando no tiene precedentes en la historia desde que llegaron los españoles. Independientemente de si queda Robledo o Avendaño, el hecho es que el frente opositor, el de los ganaderos y comerciantes, no acaba de homogeneizarse, se parte continuamente, se reagrupa y dispersa otra vez; unos valoran el costo de radicalizarse, otros quieren negociar. Tienen más dificultades para organizarse que los indígenas y el CEOIC, y eso nunca había pasado. La división, la falta de articulación y plan común eran monopolio de los jodidos. Los madreaban, los encarcelaban, y ni siquiera se ponían de acuerdo, deja tú para hacer movilizaciones, para sacar un desplegado e informar bien lo que estaba ocurriendo. Ahora, esa dificultad la tienen los ganaderos. Si hay una toma de tierras, ya se preguntan «¿Me meto o no?». Porque una parte de los ganaderos está dispuesta a negociar, a vender las tierras invadidas, y otros insisten en los desalojos. Los grandes comerciantes también tienen problemas con respecto al mediano y pequeño comercio, porque el mediano y pequeño han sufrido una política fiscal muy opresiva. Entonces ven con simpatía un movimiento antigubernamental, no el armado, eso no les gusta, pero que sea antigubernamental sí. Que ofrezca eso de consultar las cosas, que haya democracia y libertad.

«Yo tuve correspondencia con un pequeño comerciante que me decía que hace dos meses, antes de la Convención, lo obligaron, a él y a otros, con golpeadores, a cerrar su tienda para hacer un paro. No habían sacado acuerdo en la Cámara de Comercio, decían que finalmente iban a perder más en términos económicos.

«El hecho de que el plantón de propietarios se mude a Los Pinos en vísperas de la toma de posesión revela las dudas de algunos de los que están plantados sobre si vale la pena; no hay homogeneidad en las declaraciones. Un sector de los ganaderos es muy robledista; otro sector considera que Robledo está transando. Yo los veo muy divididos; lo que los mantiene juntos es la presencia masiva del ejército federal, con la ilusión de que los federales les resolverán el problema.

«De hecho, este caminar sobre el filo de la ingobernabilidad ha sido posible por la presencia del ejército federal y por la tregua, que el EZLN ha respetado. Ahí es donde nosotros vemos la posibilidad de que esta insurgencia civil sí derive en un gobierno plural, que establezca nuevas reglas políticas para la lucha democrática en niveles más civilizados, menos violentos, menos prehistóricos que los que siempre hubo.

«Lo que nosotros decimos, con nuestro escepticismo zapatista, con nuestro pensamiento cabrón, como dice Tacho, es que esto sólo será posible si hay un cambio nacional. Pensamos que los estaríamos engañando a todos si dijéramos que Chiapas puede arreglarse aunque el resto del país siga en el desmadre. Por eso insistimos: el problema es nacional».

Por una vez, este rincón de la selva chiapaneca ha sido clemente y no ha llovido. La noche es clara y lunática. Lo dijo Pedro Infante, «de las lunas, la de octubre». El subcomandante Marcos y el comandante Tacho se incorporan, dicen buenas noches y se alejan, seguidos por los insurgentes que los escoltaban desde la sombra. Se apagan los focos de Aguascalientes, pero la noche es joven todavía.

 

 

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